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Así se vivió la Semana de Reflexión por el Perú 2024

La Iglesia de Lima vivió la Semana de Reflexión por el Perú, organizado por la Comisión de la Vicaría Episcopal de la Pastoral Arquidiocesana. El encuentro de este año logró reunir a más de 1500 personas durante los tres días de discernimiento comunitario en el Colegio San Francisco de Borja. Además, miles se conectaron por las redes sociales para participar virtualmente.

«Sinodalidad y Democracia» ha sido el eje central de reflexión que convocó a distintas autoridades del ámbito eclesial, social y académico. Durante tres días, miles de personas participaron de forma presencial y remota desde una metodología innovadora con dos momentos claves: una primera parte para la exposición de los panelistas invitados y una segunda dedicada a la conversación espiritual para compartir los aportes, preguntas y sugerencias que suscitaba cada ponencia.

En el último día de jornada, la Semana de Reflexión por el Perú concluyó con una exhibición de danzas peruanas a cargo del Elenco de danzas de la Vicaría de la Juventud de Lima.

Dia 1: Fragmentación social en el Perú de hoy

En la jornada inaugural se abordó el tema: «La situación de fragmentación social en el Perú de hoy: raíces, expresiones y desafíos». La socióloga Pilar Arroyo fue la encargada de exponer los efectos de la crisis política en la situación socioeconómica de nuestro país. «Estamos agobiados por la situación económica y hackeados por la delincuencia. A pesar de las adversidades, somos un pueblo luchador, creativo y emprendedor que ha sabido reponerse en más de una ocasión. Necesitamos encontrar el rumbo y, para eso, tenemos que caminar juntos, en sinodalidad, como dice el Papa Francisco», sostuvo.

Por su parte, el politólogo y sociólogo Rolando Ames recordó que nuestro país se encuentra en una crisis profunda, por lo que es apremiante una nueva visión de política que nos represente como sociedad y sepa gobernar. Para que este proceso de cambio se realice, hay que partir desde la reorganización de las bases de la vida social y personal. «Es importante que exista una relación viva, real, de simpatía y empatía entre los políticos y la gente», remarcó Ames.

Nuestro tercer panelista fue el Padre Raúl Pariamachi, explicó que la naturaleza de la Iglesia admite formas democráticas para que los fieles participen en los procesos de toma de decisiones sobre la pastoral y la economía de la Iglesia. En ese sentido, la sinodalidad se introduce en la vida de la Iglesia para la promoción de una vida social, económica y política que esté bajo el signo de la justicia, la solidaridad y la paz. Por lo tanto, «una Iglesia sinodal puede ofrecer modestamente a la vida democrática del país sus relatos, creencias, valores, prácticas y espacios para ensanchar el corazón que sabe escuchar».

No olvidemos que la opción de caminar juntos es un signo profético para una familia humana que tiene necesidad de un proyecto compartido capaz de conseguir el bien de todos.

Día 2: La escucha atenta de Dios y de nuestro pueblo

La segunda fecha de la Semana de Reflexión inició con la ponencia del Padre Juan Bytton , SJ., que después de desarrollar la etimología de las palabras «democracia», «política» y «sinodalidad», ahondó en algunos pasajes bíblicos para recordar cómo está presente el espíritu de la sinodalidad en las acciones de Jesús con sus discípulos y con la gente. «La sinodalidad no es un concepto, es una acción que se vuelve experiencia, que dinamiza y renueva los conceptos. Por eso, la participación no se improvisa, es un entrenamiento humano. Limitar la participación es menospreciar la dignidad de las personas», enfatizó el Padre Bytton.

La siguiente ponencia estuvo a cargo de la Hermana Birgit Weiler, HMM., quien centró su reflexión en torno al rol participativo de la mujer en la Iglesia y en la vida democrática de toda sociedad. Weiler detalló que en el Perú hay una «marcada brecha en cuanto al reconocimiento de la mujeres en temas de trabajo, empleo, entre otros relevantes»; además, está la cruda realidad que viven cientos de mujeres violentadas. En estos dos aspectos, la Iglesia tiene un papel importante como defensora de la dignidad de las mujeres, levantando su voz profética para reducir la brecha de desigualdad y denunciar el abuso. Por otro lado, también es conveniente que haya un equilibrio en las relaciones entre hombres y mujeres dentro de la Iglesia, sin embargo, este es un punto en el que «todavía falta crecer en coherencia». Felizmente, el Papa Francisco ha hecho posible que se de espacio y voz a la mujer en el proceso sinodal de la Iglesia

A su turno, Monseñor Carlos Castillo apuntó que la sinodalidad puede contribuir a una mejor democracia en nuestra sociedad y en general en las sociedades humanas. Para eso, el punto de partida es reconocer la complejidad de la situación y los desafíos que representa cada problema. A partir de ello, el arzobispo de Lima recordó que, en toda situación extrema o de dificultad, Dios siempre se ha manifestado en la historia. A través de Jesús, se nos ha revelado que Dios es amor y quiere que toda la humanidad se salve. Y el camino de discernimiento, diálogo y encuentro comunitario ha estado presente desde que se establecieron las primeras comunidades.

El Prelado hizo un llamado a volver a los fundamentos, volver a Jesús y al Evangelio, a una Iglesia innovadora que «suscita el diálogo entre la gente, suscita acuerdos y creatividad, escucha todas las palabras, todos los problemas y aprende a continuar el camino de Jesús, que es el camino del perdón».

Día 3: Caminos, criterios de acciones y perspectivas para construir un Perú mejor

La última mesa de panelistas estuvo conformada por el Dr. Carlos Miguel Garatea Grau y el Cardenal Pedro Barreto Jimeno, SJ.

Durante su intervención, Carlos Garatea aseguró que este encuentro de reflexión es una oportunidad para abrir procesos dinámicos y participativos de toda nuestra sociedad que nos permita asumir la realidad que tenemos y, desde el conjunto de experiencias y con el aporte de todos, avancemos hacia una reeducación de la vida social. «Tenemos que preocuparnos por formar y educar a nuestros estudiantes para que puedan vivir en democracia. Es necesaria una educación integral para formar a nuestros jóvenes como personas y buenos ciudadanos que no teman sentir, expresarse y vivir a plenitud», aseveró.

La sinodalidad y la democracia tienen vínculos de conexión que se retroalimentan entre sí. No hay sinodalidad ni democracia si no hay escucha; no hay sinodalidad ni democracia si no hay reconocimiento del Otro y de nuestra diversidad.

La última ponencia recayó sobre el Cardenal Pedro Barreto Jimeno, quien recordó que la sinodalidad «es el mejor aporte para vivir en democracia». Recogiendo los frutos de los tres días de reflexión, el Cardenal Barreto planteó una serie de preguntas para desarrollar en grupos y dejar que la conversación en el Espíritu permita que se manifieste la palabra y el aporte de los participantes.

A modo de conclusión, Barreto Jimeno exhortó a asumir un compromiso real de cambio para mover los cimientos de nuestro país desde las organizaciones sociales. «El Perú no va a cambiar de arriba a abajo, sino va a comenzar con cada uno de nosotros. Esta conversación en el Espíritu es un paso importante para el inicio de un proceso que podemos replicar en todas nuestras parroquias y comunidades», agregó.

Para la clausura de la Semana de la Reflexión por el Perú 2024, el Elenco de Danzas de la Vicaría de la Juventud ofreció una exhibición de danzas folclóricas.

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