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Monseñor Juan José Salaverry presidió la Misa de clausura del año escolar en compañía de directores, profesores y estudiantes de los diferentes colegios de la Asociación de Instituciones Educativas Católicas (AIEC).

En su homilía, el obispo auxiliar de Lima recordó que todas las personas comprometidas con la educación en el país, especialmente, los maestros, tienen la «labor profética de anunciar el Evangelio» en la vida de nuestro pueblo y ser «constructores de esperanza» para las próximas generaciones.

El cierre de un año escolar representa una oportunidad para evaluar todo el camino recorrido en nuestras instituciones educativas. Bajo esta premisa, Monseñor Salaverry se dirigió a los maestros y directores de la AIEC, quienes se congregaron en la Parroquia Nuestra Señora de Cocharcas para agradecer a Dios por los dones recibidos en este 2023.

«Yo creo que al hacer esta evaluación, necesitamos ver la mano de Dios que, con ternura, nos ha conducido con verdadero amor paterno y nos ha pedido que asumamos con responsabilidad nuestra tarea», expresó el obispo.

El Dios de Israel nos conoce, sabe de nuestra pequeñez y, por eso, nos trata con la misma ternura de un Padre, según nos recuerda el libro de Isaías (41,13-20): «No temas, gusanillo de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio».

Inspirado en la Liturgia de hoy, Monseñor Juan José Salaverry explicó que el Tiempo de Adviento es una ocasión especial para «descubrir la mano tierna de Dios que ha estado conduciendo el caminar de nuestras instituciones». Es un llamado a prepararnos para la llegada del Señor mediante la conversión, como bien lo anuncia Juan el Bautista en el Evangelio de Mateo (11,11-15).

«Nosotros, que tenemos una misión recibida por Dios, necesitamos entrar en un proceso de conversión, de mejorar para voltear el rostro hacia Dios y no darle la espalda. Necesitamos emprender un camino de conversión personal e institucional para ir buscando hacer siempre lo que el Señor nos invita», manifestó.

La labor educativa es constructora de esperanza

El obispo auxiliar de Lima también señaló que la labor educativa de los docentes y directores «es una labor constructora de esperanza», que hace posible que los colegios «sean fermento de esperanza» en nuestra sociedad.

«Al hacer nuestro balance personal e institucional, no dejemos de ver la mano de Dios que nos transmite ternura; no dejemos de comprometernos a mejorar nuestras instituciones con verdadero espíritu de conversión; y no dejemos de ver con esperanza el futuro», reflexionó el Monseñor.

La Misa de clausura del año escolar de la AIC contó con la presencia del Presidente Ejecutivo de AIEC, Ever Loja. También participaron delegaciones de alumnos, profesores y directores de los colegios:

Santísimo Nombre de Jesús, Santiago Apóstol, Santa Rosa de Lima, San Norberto, San Juan María Vianney, Reina de las Américas, San Ricardo, San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola, Nuestra Señora de Cocharcas, Virgen del Rosario y Nuestra Señora de Montserrat.

Al llegar el II domingo de Adviento, el arzobispo de Lima recordó que la verdadera conversión de los cristianos es aquella que nos dispone a «acoger al Señor con los brazos abiertos y el corazón ancho», para salir del «corazón estrecho» y abrirnos a la novedad de Jesús, que viene como un niño «para hacer renacer la vida del ser humano».

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

En la homilía de esta mañana en Catedral de Lima, Monseñor Castillo recordó que nuestra preparación para la llegada del Señor implica un reconocimiento de nuestros límites y pecados. En eso consiste el acto de lavado y purificación que Juan el Bautista anunciaba, y que nosotros estamos llamados a realizar, partiendo de la realidad para afrontarla.

El obispo de Lima recordó que el Adviento nos invita a volver al pesebre, es decir, despojarnos de las ambiciones y lo superficial para acoger al Espíritu y hacernos «carne» en la humanidad, como lo hizo Jesús.

Seguir este camino de conversión nos permite «superar la esterilidad con que se concibe la pureza», porque la Iglesia «está llamada a ser fecunda, una madre fecunda y no un banco estéril, como ocurre en muchos grupos, congregaciones y movimientos de la Iglesia».

La tarea del cristiano es dejarse inspirar por el Señor y preparar el camino de despojo para acogerlo y vivir de Él.

En ese sentido, el gesto del despojo es muy bien representado en el Evangelio de hoy (Mc 1, 1-8), que nos dice que Juan bautizaba en el desierto, es decir, en el despojo y en la pobreza, como un signo que nos permite abrirnos a la gracia. El mensaje es claro: «sigamos el camino de los pobres», afirmó el Prelado.

Aprendamos a escuchar al santo pueblo de Dios

En el marco de los 800 años de la primera representación del nacimiento de San Francisco en Greccio, el arzobispo de Lima indicó que es necesaria una reparación en la Iglesia y el franciscanismo, estableciendo lazos de comunicación, de cercanía y amistad con el pueblo sencillo, como lo hizo Francisco de Asís.

Por ello, este Tiempo de Adviento es idóneo para erradicar de nuestra mente todas las «herencias que tuvimos de cristianos creídos y puros», proponiendo una Iglesia más pacífica y sabia, que sabe escuchar al santo pueblo de Dios «para empezar a solucionar los problemas».

«El Papa dice que, cuando se tiene una duda sobre la doctrina de la fe, hay que consultar al Magisterio de la Iglesia; pero, cuando se tiene una duda respecto a cómo vivir en la Iglesia y cómo vivimos los cristianos, hay que escuchar al pueblo sencillo», reflexionó el Monseñor.

Si permanecemos unidos profundamente a Jesús, es posible manifestar a toda la humanidad que obedecemos la voluntad del Padre y no vivimos de apariencias.

La Eucaristía de este II domingo de Adviento contó con la presencia de nuestros hermanos franciscanos del Consejo Regional Orden Franciscana Seglar – Región Lima y Callao.

Luis Caldas, Diego Ordoñez y Manuel Yataco fueron ungidos en el sacerdocio en una emotiva celebración presidida por Monseñor Carlos Castillo. Reunidos en la Catedral de Lima, los tres jóvenes diocesanos recibieron el abrazo de nuestro clero de Lima, obispos, familiares, amigos y comunidades parroquiales.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo

Nuestra Arquidiócesis se renueva con la llegada de tres nuevos sacerdotes a la Iglesia misionera y sinodal. La catedral limeña congregó a las comunidades parroquiales que acompañaron el camino de los diáconos Luis Caldas, Diego Ordoñez y Manuel Yataco. Desde grupos representativos del Cerro San Cristobal hasta Chorrillos, incluyendo una delegación de la Parroquia de Requena que, junto a su obispo, Monseñor Alejandro Wiesse, celebraron la ordenación presbiteral de nuestros tres hermanos diocesanos.

Durante su homilía, el arzobispo Carlos Castillo explicó que, cuando recibimos el orden sacerdotal o cualquier otro sacramento, «asumimos la experiencia sacramental» y «emergemos a la vida igual que cuando fuimos engendrados y nacemos». Por eso, los sacramentos son parte del proceso de la vida de las personas y de una Iglesia fecunda, no estéril:

«Estamos alegres porque no pertenecemos a una Iglesia estéril, sino a una Iglesia que genera la salvación de Dios al interior de la vida humana, y que tiene en cuenta profundamente la vida humana», reflexionó.

El obispo de Lima señaló que el camino de la salvación «es un camino generativo de vida» que consiste en irradiar el amor de Dios en medio de las circunstancias, en el corazón de nuestra humanidad. Y eso es lo que nuestros jóvenes sacerdotes han hecho durante todo este tiempo: «crecer en esta Iglesia y asumir el aspecto de la responsabilidad misionera y presbiteral».

Salir de los «esquemas parametrados» y aceptar el desafío de la realidad.

A ejemplo de Santo Toribio de Mogrovejo, que transparentó al Señor acompañando a los más débiles y sumergiéndose en los problemas de sus ovejas, el arzobispo de Lima se dirigió a nuestros tres hermanos sacerdotes para recordarles que estamos llamados a «salir de los esquemas parametrados» que nos impiden responder a las necesidades de la gente.

El Monseñor Carlos sostuvo que para ser pastores de la Iglesia debemos aceptar el desafío de la realidad y superar las ideas arraigadas de que los sacerdotes son intocables y puros. «Jesús, que era puro, se bautizó en la cola de los pecadores para compartirnos la gracia de su amor gratuito», aseveró.

Una Iglesia de pecadores en conversión

En un mundo con demasiados problemas, la Iglesia tiene que «mezclarse y sentir como la gente», porque la Iglesia no está compuesta por «marcianos ni extraterrestres», sino de «personas que aterrizan y viven los problemas de todos, porque somos pecadores en conversión y el Señor nos va sacando el pecado a través del amor».

Tenemos que aprender a sintonizar con el Espíritu Santo que vive en el mundo. Francisco nos pide que seamos pastores con olor a oveja, olor de pueblo sencillo. Aprendamos a recoger los «rastros» del Espíritu en nuestra humanidad.

Ante la mirada atenta de los tres nuevos sacerdotes de nuestra Arquidiócesis, el arzobispo Castillo expresó sus mejores deseos en esta nueva etapa de sus vidas como pastores del Pueblo de Dios:

«Que Dios los bendiga y el Espíritu los ilumine en todo el camino precioso que van a hacer. Gracias por su entrega generosa, gracias a las comunidades que los han acompañado y, sobre todo, a sus padres y familias que permitieron que ustedes puedan ofrecer el testimonio de sus vidas para el bien de la humanidad y del Perú».

La Misa de ordenación celebrada en Catedral de Lima contó con la presencia de Monseñor Alejandro Wiesse, obispo de la diócesis hermana de Requena; además de los obispos auxiliares de Lima: Monseñor Guillermo Elías y Monseñor Juan José Salaverry. También estuvo nuestro clero de Lima, el rector y los jóvenes del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo.

La mañana del miércoles 8 de diciembre, en el día de la Inmaculada Concepción, la Catedral de Lima abrió sus puertas para acoger a más de 100 niños y niñas de la Parroquia El Sagrario, que realizaron su Primera Comunión en una celebración oficiada por Monseñor Carlos Castillo.

Comentando el Evangelio de Lucas (1, 26-38), el arzobispo de Lima se dirigió a los niños para explicar que la Anunciación nos revela la actitud que tuvo María en el diálogo que tuvo con el Ángel Gabriel: «María es una mujer inteligente que pregunta y cuestiona, ella no se “comió” la reflexión, sino que usó la cabeza antes de aceptar», agregó.

Es por eso que todos estamos llamados a vivir un cristianismo inteligente y reflexivo, como el de María. Y la Primera Comunión no debe ser una simple costumbre que se repite sin ningún sentido. «Cuando comemos el Cuerpo de Cristo, comemos el amor del Señor que se entregó por amor, y que María lo entregó también por amor», agregó el Prelado.

Necesitamos razonar y reflexionar para salir de un mundo en donde todo es impulso y ambición, agresión y destrucción. Necesitamos un mundo que sepa conversar y tratar las cosas, tratar a la persona humana como el Señor trató a María.

El obispo de Lima señaló que el camino de la Primera Comunión nos introduce en el amor de Dios para vivirlo intensamente. «Quien vive de amor, busca el amor para todos en la humanidad y no para intereses egoístas, que son los que nos llevan a que nos “vendan” la Plaza de Armas», acotó.

Así como María acogió en su seno la sombra del Espíritu que la hizo generar en esta vida a Jesús, también estamos llamados a vivir acogiendo a Dios que nos ama abundantemente.

En el marco del 35° aniversario de creación institucional de la Policía Nacional del Perú, Monseñor Carlos Castillo presidió una Eucaristía en Catedral de Lima con la participación de nuestros hermanos y hermanas del cuerpo policial del Perú, además de otras autoridades civiles, políticas y militares.

En su homilía (leer transcripción), el arzobispo de Lima hizo un llamado a cuidar con sabiduría las instituciones tutelares del Estado para tener una Policía que sea promotora de la esperanza en el país. «Que todos los hermanos que nos han precedido y entregaron su vida en favor de la democracia y el bien del país, siga iluminándolos y alentándolos», manifestó.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo

En alusión a la Liturgia de hoy (Lc 10, 21-24), que nos recuerda que el Señor se ha revelado a la gente sencilla, el obispo de Lima reflexionó sobre la importancia de promover, en nuestra sociedad, las capacidades humanas que nos permitan surgir como país: la honradez, la honestidad, la sabiduría y el discernimiento.

«El cuerpo policial siempre ha sido integrado por la gente sencilla de nuestro pueblo que se sabe organizar. Hay una sabiduría en la vida de nuestro pueblo que necesita ser siempre rescatada para fomentar procesos de control en la sociedad en forma ordenada y democrática», acotó.

Monseñor Castillo señaló que la historia de nuestra Patria se ha fundado sobre mártires que dieron su vida, entre ellos, «tantos hermanos nuestros de la Policía Nacional» que, a ejemplo de su patrona Santa Rosa de Lima, han muerto dando su vida por el Perú.

La corrupción nos vuelve ciegos. Aspiremos a la paz

El Primado del Perú aseguró que nos encontramos «en un contexto muy complejo» donde «existen signos muy graves» que están asediando al Estado. «La corrupción nos vuelve ciegos, y solo el servicio desinteresado y la ruptura de las ambiciones nos permitirán aspirar a la paz», sostuvo.

El Prelado leyó parte del comunicado del Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Monseñor Miguel Cabrejos, sobre la grave situación política en el país y en el Ministerio Público: “Es indignante para todos los peruanos que los niveles de corrupción sigan erosionando a las instituciones tutelares del Estado. El Perú necesita con urgencia que sus autoridades manifiesten, con transparencia, que están libres de este terrible flagelo. Y que, en el ejercicio de sus funciones, actúen con un alto sentido ético, libres de intereses personales y grupales, velando por la dignidad humana y el bien de todo ciudadano peruano. Actuar en contrario, descalifica a toda persona, cualquiera sea el nivel de responsabilidad asumida” (Carta CEP 4/12/23-Nr.3).

Necesitamos reconformar una sociedad que, respetando el derecho de todos, permita una democracia llevadera y confiable.

Nuestro arzobispo reiteró que las instituciones deben construirse en función del bien común, y el rol de la Iglesia es de vital importancia para ello, pero sin apasionamientos: «La Iglesia tiene la misión de anunciar el sentido de las cosas y volver a la humanidad. La Iglesia no es de izquierda, ni de derecha, ni de centro… la Iglesia es del fondo de la humanidad».

La Iglesia de Lima se alegra en anunciar la ordenación presbiteral de los diáconos Luis Caldas, Diego Ordoñez y Manuel Yataco. La Eucaristía se celebrará este jueves 7 de diciembre en la Catedral de Lima y se transmitirá por las redes sociales del Arzobispado de Lima desde las 7:00 pm.

Nuestro arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, presidirá la Misa de Ordenación de tres jóvenes diáconos de nuestra Arquidiócesis: Luis Caldas, Diego Ordoñez y Manuel Yataco.

Ellos fueron ordenados diáconos en septiembre de 2022 y, desde entonces, se han dedicado con esmero a la vida parroquial y pastoral de nuestra Iglesia de Lima. Todo este camino de preparación y perseverancia, iniciado en el Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, finalmente ha dado sus frutos.

La Ordenación Sacerdotal de Luis, Diego y Manuel tendrá lugar este jueves 7 de diciembre, vísperas de la Solemnidad Inmaculada Concepción, en la Basílica Catedral de Lima, desde las 7:00 pm.

Hacemos extensiva la invitación a todo el Pueblo de Dios. Sigue nuestra cobertura especial desde la página de Facebook del Arzobispado de Lima.

Al iniciarse el Tiempo de Adviento, Monseñor Carlos Castillo explicó que la actitud esencial propia del cristiano es mantener los «ojos abiertos» y estar vigilantes a la llegada del Señor, leyendo permanentemente la realidad para rastrear a Dios en el corazón de las situaciones. «Todos estamos llamados a hospedar en nuestras vidas al Señor en distintas circunstancias», expresó en su homilía.

En el Evangelio de hoy (Marcos 13,33-37), el Señor nos invita a «estar despiertos y vigilantes» a través de la parábola de los criados que esperan a su amo sin miedo, pero sintiendo un fuerte deseo de encontrarse con él. En palabras de Francisco, esta imagen familiar nos ayuda a comprender que la venida de Jesús «no es como si un meteorito estuviera a punto de caer del cielo», sino es la venida de un padre que viene a ver a sus hijos.

En ese sentido, el arzobispo de Lima afirmó que nuestra acogida al Señor requiere la misma actitud de apertura que tenemos al recibir a un huésped en casa: «Esta imagen del hospedaje es fundamental porque todos estamos llamados a hospedar en nuestras vidas al Señor en distintas circunstancias».

El Prelado aseveró que nuestras actitudes humanas y cristianas no deben condicionarse a algún tipo de interés particular o beneficio propio. «Necesitamos aprender a renunciar a ciertas ambiciones que conducen a la corrupción y que no significan esperar al Señor, porque únicamente se hace para usarlo según nuestros intereses», reiteró.

A veces, los cristianos creemos que, para hospedar al Señor en nosotros, tenemos que cerrar los ojos y centrarnos en el interior. Si bien el interior es importante, podemos correr el riesgo de “cerramos” a la realidad.

Donarnos unos a otros porque la vida es un regalo

El Monseñor señaló que el Adviento y la Navidad son tiempos propicios para recordar que «la vida es un regalo» y, por tanto, todos debemos «regalarnos y ayudarnos unos a otros gratuitamente, solidariamente», porque ése es el «fundamento de la vida cristiana».

Y a ejemplo de María, quien supo esperar la venida del Señor y lo hospedó en su ser, el Primado del Perú exhortó a dejarnos interpelar por la fragilidad y humildad del Niño que está por nacer para «servir a nuestros pueblos en sus necesidades».

«En medio de las tragedias cotidianas de nuestra Patria, tenemos que saber esperar como peruanos, cristianos y no cristianos, creyentes o ateos… todos tenemos que prepararnos y mantener los ojos abiertos. Y eso requiere un acuerdo conjunto para que las cosas que nos dañan, especialmente, los elementos de corrupción, los elementos de violencia, los elementos de prejuicios y de odios, puedan reducirse al mínimo y permitir que crezca entre nosotros la hermandad», es la reflexión que nos deja Monseñor Castillo.

Charles de Foucauld: testimonio de amor por la gente sencilla

En otro momento, el arzobispo de Lima recordó a San Carlos de Foucauld, al cumplirse un aniversario más de su muerte en el África. «Fue capaz de mirar la realidad cara a cara como lo hizo el Señor, y se fue a vivir a Argelia para dar un signo de que había que hacer una relación de hermanamiento, no de dominación», sostuvo.

Foucauld, nuestro «hermano universal», se mezcló entre los musulmanes y dio testimonio de amor por la gente sencilla hasta su muerte, sin oponer resistencia a la injusticia que se cometía contra él. Esa humildad es también una manera de esperar al Señor, entregando la vida para dejar un legado moral y espiritual.

Que en este Tiempo de Adviento, el perdón y la ayuda de Dios nos visiten. Y que nosotros también podamos visitar a otros para regalarnos unos a los otros, practicando el valor extraordinario de la humildad, del esperar y visitar.

La Eucaristía de este I domingo de Adviento contó con la presencia del grupo de niños acólitos y coro del Colegio Santísimo Nombre de Jesús. También participaron los jóvenes de la Confirmación de la Parroquia El Sagrario

Nuestra Arquidiócesis de Lima, en sintonía con el Plan Pastoral, ha propuesto una serie de gestos y acciones significativas para preparar nuestro camino de conversión y esperar la llegada de Jesús escuchando la realidad.

En este mes de diciembre, caminemos juntos y preparémonos para vivir este Tiempo de Adviento inspirados en el lema «¡Es Él, Jesús, nuestra única esperanza!». Pidamos a la Virgen María, que nos enseñe a prepararnos para recibir a su Hijo y nos ayude a transformar nuestro corazón en un blando pesebre para acoger a Jesús.

Acción significativa en todo el Adviento

La acción significativa consistirá en participar comunitariariamente del encendido de velas de la Corona de Adviento. Para ello, los invitamos a reunirse en los templos, grupos parroquiales, desde el hogar, en el centro de trabajo o estudios, en las universidades, escuelas y barrios.

Cada domingo es una oportunidad a permanecer en vigilancia y esperar al Dios de la salvación, viviendo nuestra fe con una actitud de lectura permanente de la realidad para rastrear a Dios en el corazón de las situaciones.

Estemos vigilantes, mantengamos la esperanza, recibamos la luz para iluminar y preparémonos para recibir con alegría al Salvador. Y recordemos, en este Tiempo de Adviento «¡Es Él, Jesús, nuestra única esperanza!».

Al llegar la Solemnidad de Cristo Rey, celebrada en Catedral de Lima junto a los jóvenes de nuestra Arquidiócesis, Monseñor Carlos Castillo presentó la «Segunda Carta Pastoral del Arzobispo a la juventud de Lima», fruto de la II Asamblea Juvenil y II Jornada Arquidiocesana de la Juventud (JAJ).

El documento, disponible en formato digital para su libre difusión, anuncia una renovación general en la organización de la Pastoral Juvenil de Lima, que desde ahora centrará sus acciones en la recién constituida «Vicaría de la Juventud de la Arquidiócesis de Lima». (Leer documento completo)

Una nueva etapa ha comenzado en la vida de la Iglesia y de los jóvenes. Y con ello, una segunda carta pastoral acompaña este «paso decisivo de constituir la Vicaría de la Juventud de la Arquidiócesis de Lima» como el «organismo centralizador y promotor de toda la Pastoral Juvenil en sus distintos aspectos».

«Hoy mismo comenzamos la gran tarea de construir, de modo ordenado y sistemático, la Vicaría de la Juventud, establecida mediante Decreto Arzobispal. Por ello, cesan todos los cargos de Pastoral Juvenil tenidos hasta este momento y comenzamos la estructuración de esta Vicaría de la Juventud, que dará solidez, unidad, y múltiple organización a las Pastorales Juveniles en los próximos años», se indica.

La nueva carta pastoral recoge la voz de sus principales actores: los jóvenes. Ellos y ellas han dialogado en constantes asambleas para iniciar un periodo de renovación en la Iglesia Joven, desde una «abundancia de propuestas y aportes sugeridos» que Monseñor Castillo destaca en cuatro claves:

1) La joven María, sus problemas y los de ustedes
2) Las inspiradas actitudes y acción de María.
3) ¿Hacia qué realidades salir presurosos hoy?
4) La gran tarea: la vicaría de la juventud

En el primer punto, el arzobispo profundiza en las actitudes en la juventud de María, tema que también fue desarrollado en la Jornada Mundial de la Juventud celebrado este año en Lisboa: «María se nos muestra toda una jovencita que no se mira a sí misma ni se engríe, y que cuida de Jesús con diligencia, pero sin dejar su solidaridad urgente hacia su prima Isabel», relata el documento.

Leer Segunda Carta Pastoral del Arzobispo a la Juventud de Lima

Problemas y sufrimientos juveniles

Un apartado especial del documento se centra en los problemas y sufrimientos de los jóvenes que requieren «ser atendidos con urgencia»:

La agresión y la discriminación, especialmente hacia las mujeres; el rechazo hacia los jóvenes y entre jóvenes; problemas psicológicos y de salud mental; falta de comunicación en el hogar; relaciones humanas superficiales entre los jóvenes; adicciones y pobreza juvenil. Pero también han manifestado su preocupación por la «desigualdad social, económica y cultural dentro de nuestro país».

Por otro lado, los jóvenes expresaron sentir «una Iglesia carente de estrategias para llegar a los jóvenes y desinteresada por acercarse a ellos». “Son pocos los lugares para los jóvenes y son restringidos”, “las iglesias muchas veces se les cierran”. “Y si se les abre, existe falta de apertura y participación.”

De allí que ellos acusen una “falta de motivación espiritual” y sientan “tener dificultades para elegir con libertad”, como si, ante la “necesidad de consejería espiritual” (por ejemplo, en las parejas) encontraran una falta de “consejería evangelizadora”.

¿Hacia qué realidades salir presurosos hoy?

Como parte del proceso de escucha vivido en la II Asamblea Juvenil y en la II Jornada Arquidiocesana de la Juventud (JAJ), nuestros jóvenes identificaron los lugares o realidades a los que debemos salir presurosos:

1. Atender a nuestros hermanos y hermanas provenientes de provincias del Perú y a los provenientes de países hermanos, en especial a aquellos que se encuentran en situación de extrema pobreza.

2. Hay dos atenciones a realizar: a) La especial sensibilidad de nuestros jóvenes propia de su generación, b) una mayor dedicacion y fortalecimiento a la familia como núcleo básico de nuestra sociedad. 

3. Mirando la realidad juvenil, atender situaciones como el desempleo, la situación de la calle y los riesgos que ello implica.

Estas reflexiones representan, afirma Monseñor Castillo, una necesidad de «replantear la pastoral educativa en sus niveles escolar y universitario, impulsando el trabajo misionero y voluntario de los jóvenes para los jóvenes».

Leer Segunda Carta Pastoral del Arzobispo a la Juventud de Lima

La gran tarea: la Vicaría de la Juventud

Esta segunda carta pastoral también nos recuerda que los jóvenes de la Iglesia Arquidiocesana de Lima, motivados por su vocación de servicio, «se han ido levantando y saliendo a diversas experiencias con otros jóvenes en diversos espacios de nuestro pueblo, para anunciar, en nuestra época, el Evangelio de Jesús a los jóvenes».

Considerando la voluntad y el deseo de la juventud limeña, desde hoy comienza «la gran tarea de construir, de modo ordenado y sistemático, la Vicaría de la Juventud». Este es, indica el Primado del Perú, «el mejor modo de implementar eficazmente la carta pastoral».

Mediante Decreto Arzobispal, se anuncia la reinstitución de la Vicaría de la Juventud en la Arquidiócesis de Lima. El documento fue publicado en la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, celebrado en Catedral de Lima con la presencia de cientos de jóvenes.

Una nueva etapa ha iniciado en la vida de los jóvenes y de la Iglesia de Lima. Este domingo 26 de noviembre fue publicado el Decreto Arzobispal Canc. 206/Arz/23 (leer aquí) que anuncia una renovación general en la organización de la Pastoral Juvenil de Lima, que desde ahora centrará sus acciones en la recién constituida «Vicaría de la Juventud».

Según lo establecido, la estructura de la organización de la Vicaría de la Juventud se compone de la siguiente manera:

1. Comisión Promotora de la Vicaría de la Juventud
2. Mesa de Asesores de la Vicaría de la Juventud
3. Pre-Vicario de la Juventud (hasta la constitución del Vicario)
4. Promotores Vicariales Territoriales de la Pastoral Juvenil
5. Grupos y Movimientos juveniles

El decreto también especifica que «cesan en funciones definitivamente la Comisión Central Promotora de la Pastoral Juvenil, los coordinadores generales de la Pastoral Juvenil, los coordinadores y asesores decanales de pastoral juvenil».

Desde este momento, la organización de la Pastoral Juvenil en la Arquidiócesis de Lima «será realizada mediante la organización de Promotores Vicariales Territoriales de la Pastoral Juvenil», conformados por jóvenes líderes fruto del proceso de estos años de trabajo pastoral.

Segunda carta pastoral del Arzobispo a la Juventud de Lima

El anuncio de la reinstitución de la Vicaría de la Juventud fue acompañado de la publicación de una nueva carta pastoral a los jóvenes. El documento, disponible en formato digital para su libre difusión, recoge la voz de sus principales actores: los jóvenes. Ellos y ellas han dialogado en constantes asambleas para iniciar un periodo de renovación en la Iglesia Joven, desde una «abundancia de propuestas y aportes sugeridos».

La carta pastoral explica que se ha considerado la voluntad y el deseo de la juventud limeña en la gran tarea de construir, de modo ordenado y sistemático, la Vicaría de la Juventud: «Comenzamos la estructuración de esta Vicaría de la Juventud que dará solidez, unidad, y múltiple organización a las Pastorales Juveniles en los próximos años».

Central telefónica
(511)2037700