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En el corazón del Sínodo de la Sinodalidad, Francisco envía un sentido mensaje a todo el pueblo peruano con ocasión de la procesión del Señor de los Milagros: «En esta fiesta de nuestro Señor, los bendigo, estoy cerca de ustedes», ha expresado el Santo Padre.

«El Señor de los Milagros sale en procesión ¡Un gozo para todo Lima! ¡Para todo el Perú!», fueron las palabras del Papa Francisco hace un año, en el esperado reencuentro del Señor con sus fieles después de la Pandemia. «Jesús sale a la calle, y sale para abrazar a su pueblo. ¡Déjense abrazar por Jesús! Jesús nunca defrauda», manifestó.

Esta vez, Francisco hace un alto a las actividades del Sínodo, celebrado en Roma, para dirigirse a todos los fieles de nuestro país y del mundo que rinden homenaje al Cristo de Pachacamilla: «En esta Fiesta de nuestro Señor de los Milagros, los bendigo, estoy cerca de ustedes. Y no se olviden: Caminando con Cristo hacia una Iglesia sinodal», expresó.

Sus palabras fueron reproducidas al incio de una Misa masiva celebrada en los exteriores del Santuario Las Nazarenas y presidida por el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo.

El mensaje del obispo de Roma representó una grata sorpresa para las miles de personas que llegaron desde muy temprano a acompañar en procesión al Señor de los Milagros. «El Señor, que “callejea” por su pueblo, está clavado en la Cruz, pero está clavado con “clavos de misericordia”. Y sale para “misericordiar”. Jesús camina “misericordiando”, dando misericordia», reflexionó el Papa.

Antes de despedirse, el Santo Padre agregó: «Recen por mi y que Dios los bendiga».

El saludo de Francisco llega en un momento muy crucial para nuestro país y el mundo entero: el encrudecimiento de una nueva guerra y el clamor de la Iglesia universal por la Paz en el mundo. «Hermanos y hermanas, ya han muerto muchos. Por favor, ¡que no se derrame más sangre inocente, ni en Tierra Santa, ni en Ucrania, ni en ningún otro lugar! ¡Basta ya!«, dijo recientemente el Papa.

Apenas, hace unos días, los principales líderes religiosos de nuestro país, se congregaron en el Atrio de la Catedral de Lima para unirse a la plegaria universal por el fin de la guerra, en un encuentro interreligioso por la Paz con la participación de representantes de las comunidades judías, musulmanas, cristianas, católicas, budistas, luteranas, anglicanas, entre otras.

Cientos de personas se congregaron en los exteriores de la Catedral de Lima para unirse a la plegaria universal por la Paz en el mundo y el cese de la violencia, especialmente, en los pueblos hermanos de Israel y Palestina. Hasta aquí llegaron los principales representantes de las comunidades religiosas en el Perú, quienes participaron de un encuentro interreligioso que concluyó con el conmovedor abrazo entre el Sheij Mohammed Kobbi (comunidad musulmana) y el Rabino Fernando Lapiduz (comunidad judía).

Un llamado a la Paz en medio de la crueldad de la guerra y la injusticia es el mensaje que nos han dejado los máximos líderes de las religiones. Apenas hoy, el Papa Francisco envío un contundente mensaje a todas las naciones del mundo: «Las guerras son siempre una derrota. Por favor, ¡que no se derrame más sangre inocente, ni en Tierra Santa, ni en Ucrania, ni en ningún otro lugar! ¡Basta ya!», ha dicho el obispo de Roma.

Por eso, en el atardecer del domingo 15 de octubre, indistintamente de nuestras creencias, nuestro pueblo se unió para recoger ese profundo deseo por la pacificación y el fin de la guerra, respondiendo a la convocatoria del Consejo Interreligioso del Perú, la Comunidad de Sant’ Egidio Perú y el Arzobispado de Lima.

Recoger el sentir de los pueblos de Dios

Al inicio de la ceremonia, las puertas de la Catedral de Lima se abrieron para dar paso a todos los líderes presentes, entre ellos, representantes de la comunidad judía, comunidad budista, iglesia luterana del Perú, la comunidad musulmana del Perú, iglesia anglicana, iglesia metodista, la iglesia de Jesucristo, la comunidad Bahai, Brahma Kumaris y la Iglesia católica.

El arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, fue el anfitrión de este encuentro interreligioso que supone una manifestación del gran dolor que ha desatado todas estas tragedias graves:

«Estamos para siempre abrir nuestro corazón y nuestra vida, mucho más cuando hay guerras, cuando hay injusticias, cuando hay dolor humano extremo como el de ahora. Esta tarde queremos recoger ese sentir de los pueblos que este Dios que nos creó a todos suscita en cada uno de nosotros, porque podemos lograr la Paz con actitud de encuentro, construyendo relaciones armoniosas y pacíficas entre todos», afirmó el Primado de la Iglesia católica.

Posteriormente, uno a uno fueron presentándose los líderes de las religiones para expresar su oración por la Paz. En ese clima de reflexión y acompañamiento musical, se ofreció una especial intención por los países y las regiones del mundo que están en guerra, así como las tierras golpeadas por la violencia.

El Rabino Fernando Lapiduz pidió orar «por todos los niños y los más pequeños, para que sean protegidos del mal, de la violencia, de la lógica de la guerra que les roba el futuro y la infancia, y puedan crecer en un mundo de paz y fraternidad».

Por su parte, el representante de la comunidad musulmana en Perú, Sheik Mohamed, pidió «por quienes gobiernan las naciones, que sirvan a la reconciliación y busquen el bien de todos, empezando por los más frágiles».

Un minuto de silencio por las víctimas de la guerra

En otro momento, los líderes religiosos realizaron un minuto de silencio en memoria de los miles de inocentes que ha cobrado esta guerra injustificada, entre soldados, mujeres, niños, enfermos y ancianos.

Las comunidades religiosas invocaron el respeto del derecho humanitario, especialmente, en aquellas zonas donde es urgente y apremiante garantizar corredores humanitarios para acudir en ayuda de la población.

En la celebración se presentaron unos carteles con la palabra «Paz» en distintos idiomas. «¡Viva la Paz», fue el grito a viva voz que se escuchó en la Plaza de Armas.

La Oración Interreligiosa por la Paz finalizó con las palabras de agradecimiento de Monseñor Castillo, quien llamó al Sheij Mohammed Kobbi (comunidad musulmana) y el Rabino Fernando Lapiduz (comunidad judía) para pedirles un abrazo como signo de la Paz que todos anhelamos.

Estos fueron los líderes de las comunidades religiosas que acudieron al encuentro interreligioso:

Laura Vargas – Consejo Interreligioso del Perú
Hna. Carmen Toledano – Conferencia de religiosas y religiosos del Perú
Manuel Ato-Carrera – Comunidad Budista
P. . Pedro Bullon – Vicepresidente de Iglesia Luterana del Perú – Iglesia luterana
Sheij Mohammed Kobbi – Comunidad musulmana en el Perú
Rabino Fernando Lapiduz – Comunidad judía
Rev. Carlos Quispe, Vicario General – Iglesia Anglicana
P. José Watanabe Muruyama – Iglesia Las Asambleas de Dios
Hna. Nonie Reaño – Brahma Kumaris
Edilberto Huamani Huamani – Iglesia Metodista
Walter Bobadilla – Iglesia de Jesucristo
María Eugenia González Farfán – Comunidad Bahai del Perú
Monseñor Carlos Castillo – arzobispo de Lima y Primado del Perú

Fotografía de: Fernando Lapiduz

El Papa Francisco publica la exhortación apostólica sobre la confianza en el amor misericordioso de Dios, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz -del Carmelo de Lisieux- reconociendo el tesoro espiritual de su “caminito espiritual”: «es la confianza la que nos permite poner en las manos de Dios lo que sólo Él puede hacer».

Fuente: Vatican News

La nueva Exhortación Apostólica «C’est la confiance» del Papa Francisco publicada este 15 de octubre, es dedicada a la confianza en el amor misericordiosos de Dios, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz: «La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor» (1), palabras de la joven santa francesa que «resumen la genialidad de su espiritualidad» (2).

En el 2023 se han conmemorado dos fechas importantes de Santa Teresa del Niño Jesús, el 2 de enero fue el 150º aniversario del nacimiento y el 23 de abril el centenario de su beatificación. El Papa Francisco ha querido que esta exhortación apostólica vaya más allá de una celebración y «sea asumido como parte del tesoro espiritual de la Iglesia». Además, «la fecha de esta publicación, memoria de santa Teresa de Ávila, quiere presentar a santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz como fruto maduro de la reforma del Carmelo y de la espiritualidad de la gran santa española» (4).

En cuatro capítulos: Jesús para los demás; El caminito de la confianza y del amor; Seré el amor; En el corazón del Evangelio; y mediante 53 parágrafos el Pontífice presenta la vida y experiencia espiritual la santa francesa del Carmelo de Lisieux que dejó la vida terrena a los 24 años.

«La Iglesia reconoció rápidamente el valor extraordinario de su figura y la originalidad de su espiritualidad evangélica», de manera espacial los Pontífices siguieron de cerca su vida: “Teresita” conoció al Papa León XIII en su peregrinación a Roma en 1887 a quien pidió permiso para entrar al Carmelo a la edad de 15 años. Pío X percibió su enorme estatura espiritual, luego de la muerte de joven santa. Y Benedicto XV la declara Venerable en 1921, elogiando «sus virtudes centrándolas en el “caminito” de la infancia espiritual», fue canonizada el 17 de mayo de 1925 por Pío XI: «quien agradeció al Señor por permitirle que Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz fuera “la primera beata que elevó a los honores de los altares y la primera santa canonizada por él”. El mismo Papa la declaró patrona de las Misiones en 1927». Luego fue proclamada una de las patronas de Francia en 1944 por el venerable Pío XII. 

Posteriormente san Pablo VI recordaba con frecuencia sus virtudes cristianas. San Juan Pablo II en «1997 la declaró doctora de la Iglesia, considerándola además «como experta en la scientia amoris». También, «Benedicto XVI retomó el tema de su “ciencia del amor”, proponiéndola como «guía para todos, sobre todo para quienes, en el pueblo de Dios, desempeñan el ministerio de teólogos». Y el Papa Francisco canonizó «a sus padres Luis y Celia en el año 2015, durante el Sínodo sobre la familia» (6).

Jesús para los demás

El Papa Francisco en el primer capítulo presenta la experiencia cristiana en la santa, desde su oración, vida mística, pero con alma misionera y sin autoreferencialidad: «En el nombre que ella eligió como religiosa se destaca Jesús: el “Niño” que manifiesta el misterio de la Encarnación y la “Santa Faz”» (7), y «el Nombre de Jesús es continuamente “respirado” por Teresa como acto de amor, hasta el último aliento» (8).

Como Patrona de las misiones, recuerda el Papa en la exhortación apostólica, que «como sucede en todo encuentro auténtico con Cristo, esta experiencia de fe la convocaba a la misión. Teresita pudo definir su misión con estas palabras: “En el cielo desearé lo mismo que deseo ahora en la tierra: amar a Jesús y hacerle amar”» (9).

Una alma misionera, señala Francisco, que enseña «su modo de entender la evangelización por atracción, no por presión o proselitismo. Vale la pena leer cómo lo sintetiza ella misma: “Al atraerme a mí, atrae también a las almas que amo…» (9), así lo escribía la santa en las últimas páginas de «Historia de un alma» (10) como su testamento misionero «con un ferviente espíritu apostólico» (11), dejándose guiar por la acción del Espíritu Santo: «Yo pido a Jesús que me atraiga a las llamas de su amor, que me una tan íntimamente a Él que sea Él quien viva y quien actúe en mí» (12).

El Papa Francisco en oración ante las reliquias de Santa Teresita, en la Plaza de San Pedro.

El caminito de la confianza y del amor

En el segundo capítulo el Santo Padre recuerda el valor de “El camino de la infancia espiritual” (14) propuesto por Santa Teresa del Niño Jesús que subraya la primacía de la acción de Dios y “la confianza” plena en la misericordia de Cristo:   

«Teresita relató el descubrimiento del caminito en la Historia de un alma: “A pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad. Agrandarme es imposible; tendré que soportarme tal cual soy, con todas mis imperfecciones. Pero quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto y muy corto, por un caminito totalmente nuevo”» (15).

Francisco señala que la santa en su época «frente a una idea pelagiana de santidad, individualista y elitista, más ascética que mística, que pone el énfasis principal en el esfuerzo humano, Teresita subraya siempre la primacía de la acción de Dios, de su gracia» (17), por ello «prefiere destacar el primado de la acción divina e invitar a la confianza plena mirando el amor de Cristo que se nos ha dado hasta el fin» (19).

«Por consiguiente -escribe el Papa Francisco-, la actitud más adecuada es depositar la confianza del corazón fuera de nosotros mismos: en la infinita misericordia de un Dios que ama sin límites y que lo ha dado todo en la Cruz de Jesucristo» (20).

Sobre esta “confianza” el Santo Padre sugiere no asumirla solo en referencia a la santificación y salvación, sino también como un “abandono cotidiano” en Dios: «Tiene un sentido integral, que abraza la totalidad de la existencia concreta y se aplica a nuestra vida entera, donde muchas veces nos abruman los temores, el deseo de seguridades humanas, la necesidad de tener todo bajo nuestro control» (23).

El Papa recuerda las palabras de Santa Teresita que se refieren a ese “santo abandono” en el Amor: «Los que corremos por el camino del amor creo que no debemos pensar en lo que pueda ocurrirnos de doloroso en el futuro, porque eso es faltar a la confianza» (24).

Este testimonio es considerado por Francisco como “un fuego en medio de la noche”, ya que vivió su última etapa a finales del siglo XIX que la edad de oro del ateísmo moderno: «pero la oscuridad no puede extinguir la luz: ella ha sido conquistada por Aquel que ha venido al mundo como luz (cf. Jn 12,46). El relato de Teresita manifiesta el carácter heroico de su fe, su victoria en el combate espiritual, frente a las tentaciones más fuertes» (26).

Seré el amor

«“La Historia de un alma” es un testimonio de caridad, donde Teresita nos ofrece un comentario sobre el mandamiento nuevo de Jesús: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado (Jn 15,12)» (31), escribe el Papa Francisco en el tercer capítulo de su exhortación ofreciendo un panorama de la repuesta confiada del amor de la santa, a través del prójimo, al amor misericordiosos de Dios.

Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, recuerda el Santo Padre, expresaba en sus escritos su «amor esponsal» (32) con Cristo: «Teresita tiene la viva certeza de que Jesús la amó y conoció personalmente en su Pasión: Me amó y se entregó por mí (Ga 2,20)» (33). Y «el acto de amor “Jesús, te amo”, continuamente vivido por Teresita como la respiración, es su clave de lectura del Evangelio» (34), asegura el Pontifice.

Amor que santa Teresita vivió en la mayor sencilles y experimento en la vida cotidiana (35): «Teresita vive la caridad en la pequeñez, en las cosas más simples de la existencia cotidiana» (36), y en el corazón de la Iglesia, donde buscó su lugar (38): «…Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre…» (39).

«No es el corazón de una Iglesia triunfalista, es el corazón de una Iglesia amante humilde y misericordiosa» (40), señala Francisco. Afirmando además que «Tal descubrimiento del corazón de la Iglesia es también una gran luz para nosotros hoy, para no escandalizarnos por los límites y debilidades de la institución eclesiástica, marcada por oscuridades y pecados, y entrar en su corazón ardiente de amor, que se encendió en Pentecostés gracias al don del Espíritu Santo» (41).

Explica el Papa Francisco que este llamado de Dios a «poner fuego en el corazón de la Iglesia más que a soñar con su propia felicidad» (42) le permitió a santa Teresita «pasar de un fervoroso deseo del cielo a un constante y ardiente deseo del bien de todos, culminando en el sueño de continuar en el cielo su misión de amar a Jesús y hacerlo amar» (43). Llegando de este modo «a la última síntesis personal del Evangelio, que partía de la confianza plena hasta culminar en el don total por los demás» (44).

El Papa Francisco llega a un punto central de su exhortación apostólica, indicando que «C’est la confiance. Es la confianza la que nos lleva al Amor y así nos libera del temor, es la confianza la que nos ayuda a quitar la mirada de nosotros mismos, es la confianza la que nos permite poner en las manos de Dios lo que sólo Él puede hacer. Esto nos deja un inmenso caudal de amor y de energías disponibles para buscar el bien de los hermanos. Y así, en medio del sufrimiento de sus últimos días, Teresita podía decir: «Sólo cuento ya con el amor» (45).

En el corazón del Evangelio

En el cuarto capítulo el santo Padre recuerda que el anuncio de una Iglesia misionera se centra en lo esencial: «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (47), y el aporte especifico que regala Teresita, “doctora de la síntesis”: «consiste en llevarnos al centro, a lo que es esencial, a lo que es indispensable. Ella, con sus palabras y con su propio proceso personal, muestra que, si bien todas las enseñanzas y normas de la Iglesia tienen su importancia, su valor, su luz, algunas son más urgentes y más estructurantes para la vida cristiana» (49).

El Papa Francisco afirma que la actualidad de santa Teresa del Niño Jesús perdura en toda su «pequeña grandeza: …En un tiempo de repliegues y de cerrazones, Teresita nos invita a la salida misionera, cautivados por la atracción de Jesucristo y del Evangelio» (52).

“Un siglo y medio después de su nacimiento, Teresita está más viva que nunca en medio de la Iglesia peregrina, en el corazón del Pueblo de Dios” (53), dice Francisco finzalizando con la oración:

“Querida santa Teresita,la Iglesia necesita hacer resplandecerel color, el perfume, la alegría del Evangelio.¡Mándanos tus rosas!Ayúdanos a confiar siempre,como tú lo hiciste,en el gran amor que Dios nos tiene,para que podamos imitar cada díatu caminito de santidad. Amén.”

Unidos a todas las naciones del mundo, y acogiendo el llamado a la Paz del Papa Francisco, los principales líderes de las diferentes comunidades religiosas en nuestro país se unirán en un Encuentro de Oración por la Paz que tendrá lugar este domingo 15 de octubre en el Atrio de la Catedral de Lima, a las 5:00 pm.

El Arzobispado de Lima, el Consejo Interreligioso del Perú y la Comunidad de San’t Egidio Perú, convocan a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes y no creyentes, a unirnos en un encuentro ecuménico de Oración Interreligiosa por la Paz.

En las difíciles circunstancias que vivimos en nuestro país y en el mundo, este es un llamado a la unidad en medio de nuestras diferencias, congregados todos en una plegaria universal por la pacificación y el cese de la violencia.

La Oración Interreligiosa por la Paz tendrá lugar este domingo 15 de octubre a las 5:00 pm., en el Atrio de la Catedral de Lima. Hasta aquí llegarán los líderes de las diferentes comunidades religiosas de nuestro país para compartir un momento de recogimiento y oración,

Invitamos a todas nuestras comunidades parroquiales, clero de Lima, seminaristas, religiosos, jóvenes, laicos y laicas, a vivir este encuentro interreligioso que será ofrecido, en especial intención, por nuestros compatriotas fallecidos en Israel.

Nuestro clero de Lima se congregó en la Parroquia Santa Rosa de Lima, en Lince, para dar el último adiós a nuestro hermano Éver Venegas Zúñiga. La Misa de Exequias contó con la presencia de familiares, amigos cercanos, seminaristas y representantes de comunidades parroquiales.

En su homilía, Monseñor Carlos Castillo resaltó la capacidad de compromiso y acogida que caracterizaron al Padre Éver: «Su vida es una inspiración para la Iglesia de Lima, porque él la ha entregado por completo hasta el último instante. Es un ejemplo de fuerza y compromiso», acotó.

La repentina partida del Padre Éver ha dejado un inmenso dolor. Cientos de personas acudieron a la Parroquia Santa Rosa de Lima para compartir sus testimonios y agradecimientos por la vida de nuestro querido sacerdote. Uno de ellos fue el arzobispo de Lima, quien presidió la Misa de Cuerpo Presente y recordó la «capacidad que tenía de acoger a todos gracias a su ancho corazón».

«Realmente era un sacerdote fuerte y abierto que personificó a una Iglesia acogedora, amable y cercana. Sus actitudes solidarias nos deben inspirar a orientar la vida de la Iglesia hacia la amistad y la bondad», expresó el prelado.

Dirigiéndose a los familiares presentes, especialmente, a la madre del Padre Venegas, Monseñor Carlos afirmó que «él ha dado toda su vida por nosotros, y estamos agradecidos por haberlo entregado a nuestra diócesis, porque ha sido toda una fuerza y un ejemplo de compromiso».

Tatiana Venegas, hermana del Padre Éver, dirigió una sentida remembranza: «Desde muy niño el Señor te quiso. Cuando eras muy pequeñito, mi papá (que en paz descanse) lo vio de rodillas al centro de una losa que teníamos. Y en esa losa, él juntaba sus manos y miraba hacia el cielo. Agradezco a todos por su oración, a toda la Iglesia de Lima por haber aceptado a este “extranjero”, como él decía. Les pido que no se olviden de él en sus oraciones. Sigan rezando, hermanos sacerdotes, sigan rezando por él».

Los restos del Padre Venegas serán trasladados a su tierra natal, en Ayacucho, donde será enterrado junto a su padre y abuela.

RPP celebró este sábado 7 de octubre 60 años de fundación, y como parte de las actividades para conmemorar esta importante fecha, se realizó en la Catedral de Lima una misa con la participación de directivos, trabajadores y periodistas.

En su homilía, Monseñor Castillo afirmó que la aventura de estos 60 años suponen un proceso de madurez en el gran proyecto de Radio Programas del Perú, que, con la iniciativa y creatividad de sus fundadores, supo generar relaciones nuevas en el periodismo peruano a través del diálogo. «Nos dirigimos a todos en el país como «la voz del Perú», y hoy «la voz del Perú» les dice a ustedes: ¡gracias hermanos de RPP», expresó.

La Santa misa en Catedral de Lima oficiada por el arzobispo de Lima tuvo varios momentos emotivos, como la presentación de un arreglo floral y la simbólica bendición al tradicional micrófono de RPP, ofrecida por los colaboradores y periodistas de la institución.

En el día que también se celebró a la Virgen del Rosario, Monseñor Carlos señaló que estos 60 años de testimonio han significado un «rosario de buenas noticias», precedidos por la inspiración de su fundador, Manuel Delgado Parker, quien tuvo «la gran idea de hacer este proceso generacional de construcción de una forma de comunicar que pudiera abrirse paso en el corazón de nuestro pueblo».

El prelado destacó el esfuerzo comunitario de la gran familia de RPP, especialmente, al interior del país, donde reporteros, comunicadores y técnicos, contribuyen a difundir las noticias: «Inclusive, los vecinos apoyan en el rotafono para decir su palabra», agregó.

«Esta comunidad que ustedes forman, hermanos, es una comunidad muy viva, porque encuentra a varias personas haciendo una misión, que no solamente es la de informar, sino la de educar. La noticia debe ser comentada, discutida, saboreada, onducida a algo interesante y, por lo tanto, tiene que haber el concurso de todos», reflexionó el Monseñor.

El arzobispo de Lima recordó que los medios de comunicación son una fuente inagotable de encuentro, porque promueven la información, la conversación y el sentido crítico en la población. En ese sentido, la comunidad de RPP, formada por laicos comprometidos, nos han entregado su testimonio, anticipando que es posible vivir en la verdad y la corrección fraterna, informando y esclareciendo las cosas.

El acontecimiento de estos 60 años también representa un desafío, adelantó el Primado del Perú, principalmente, evitar que la ambición se apodere de nuestro propósito de informar con verdad y justicia. «Un pueblo renuncia a su capacidad de crear cuando no sabe para qué está en esta vida, cuando no ha identificado su vocación profunda. Y cada vez que nos reunimos en RPP, sentimos que no lo hacemos por plata o interés, sino para servir y compartir», acotó.

Queremos dar gracias a Dios por el milagro que significa que ustedes sean una comunidad capaz de solidarizar al Perú. Gracias por los esfuerzos que han hecho en todos estos años.

Al concluir la Eucaristía, Monseñor Carlos se acercó a los trabajadores de RPP y a los seguidores para rociar agua bendita, acto que fue muy celebrado por todos los asistentes.

«En esta Misa por la Nación venimos a encomendar nuestro país al Señor de los Milagros, pidiéndole que nos ayude en las situaciones que vivimos», con estas palabras, el arzobispo de Lima inició su homilía dirigida a todo el Pueblo de Dios, congregado en el Santuario Las Nazarenas para celebrar la Misa por la Nación.

Monseñor Carlos Castillo exhortó a dejarnos interpelar por el sufrimiento de los más desvalidos y últimos, y así reconocer la presencia del Señor en nuestra vida. Para ello, necesitamos «despojarnos de las ideas religiosas que nos acechan por la costumbre» y «actitudes invidualistas» que nos impiden vivir en hermandad.

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

El arzobispo Castillo explicó que la procesión del Señor de los Milagros es un signo que nos recuerda que «Jesús sale a nuestro encuentro para ir más allá de nuestro propio interés». Por eso, todos tenemos la oportunidad de dejarnos transformar por Él y ser un milagro para los demás.

En alusión al Evangelio de Lucas (10,25-37), que narra la parábola del Buen Samaritano, el Primado del Perú habló sobre la importancia de «identificar la presencia del Señor en nuestra vida», especialmente, en los desvalidos, los golpeados, las personas que sufren y son maltratadas. De esta manera estamos dinamizando nuestro ser hacia ellos, donde mora Dios.

Esta es la aventura permanente del ser cristiano: salir hacia Dios y encontrarlo en los marginados, para que así podamos encontrar a Dios Padre que se nos ha revelado en Jesús.

Monseñor Carlos afirmó que la procesión que acompañamos cada año se asemeja a una «liturgia masiva», porque es un encuentro de celebración que nos alienta a vivir mejor las exigencias cotidianas y poner nuestro servicio en favor de los demás.

El prelado hizo un llamado a tener las mismas actitudes del samaritano, que pese a ser considerado un «hebreo de segunda clase», optó por ir más allá de sus intereses y prejuicios culturales para actuar con misericordia (a diferencia del sacerdote y el levita).

Por lo tanto, esta es una invocación a «salir de nosotros mismos y nuestros quehaceres» para dejarnos interpelar por los que más sufren. Y como el samaritano: detenernos, mirar al herido, sentir compasión, cargarlo, curarlo y acompañarlo.

El samaritano es una persona común y corriente que tiene compasión y hace la voluntad de Dios. Él cumple realmente con la ley, porque la ley no es un cumplimiento formal, sino un cumplimiento real, de vida con el Otro.

Dirigiéndose a todos los fieles presentes, Monseñor Castillo ofreció la Misa por la Nación por nuestro «Perú herido», que requiere madurar, reeducarse y acercarse unos a otros para tratar nuestras cosas:

«Despojémonos de esas maneras egoístas de pensar, porque son actitudes individualistas que requieren ser superadas para vivir una religión y una vida cristiana auténtica. El Señor nos ama gratuitamente y nos ayuda por su sola presencia en la Cruz, llamándonos a ser todos transparencia de su servicio generoso y gratuito en la Cruz», aseveró.

El Señor nos interpela una y otra vez, sobre todo, hoy que los tambores de la guerra suenan y el descalabro de los ímpetus y las ambiciones y arrogancias cogen a las naciones y a los pueblos por la profunda crisis en que está el mundo que hemos construido a espaldas de los últimos de la tierra.

Monseñor Carlos aseguró que nuestro pueblo también es samaritano. Lo es cada vez que se levanta para ayudar al que más lo necesita, como ocurrió en la Pandemia. «El Señor de los Milagros nos ha dejado tal huella a todos los peruanos que las bases de nuestro Estado independiente reposan siempre sobre personas que lo fundaron con ese sentido de amor generoso», acotó.

Por ello, el legado de nuestros nobles héroes nos enseña que es posible una vida plena y dedicada a los más pobres. A modo de ejemplo, el arzobispo recordó el testimonio de José Gabriel Condorcanqui, María Parado de Bellido, Miguel Grau, José Olaya, Alfonso Ugarte, María Elena Moyano, entre otros.

«Al volver a esta Misa por la Nación, volvemos a la médula más profunda de nuestra identidad Peruana Samaritana. El Señor no nos bendice para que nos quedemos quietos, sino para que nos volvamos benditos y seamos bendición para el Otro. Esta promesa sólo puede cumplirse haciendo caso a la esperanza que tienen todos los peruanos, esperanza de que se reconozcan sus iniciativas, sus búsquedas de participación, su anhelo de justicia y seguridad, su búsqueda de una democracia amplia y ancha, su anhelo de salir de la pobreza y del hambre, su anhelo de esperanza, de paz y de respeto por todo derecho humano», reflexionó el Monseñor.

La Misa por la Nación celebrada en el Santuario Las Nazarenas contó con la presencia de la Hermandad del Señor de los Milagros y las hermanas nazarenas carmelitas.

En una emotiva ceremonia, nuestro clero de Lima se unió a la celebración de los 25 años de sacerdocio del Padre Luis Sarmiento, Rector del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo.

Acompañado de sus padres, familiares, amigos y jóvenes seminaristas, Sarmiento recordó que el sacerdocio es un llamado a anunciar la alegría del Evangelio y ponerse al servicio de los demás.

Hace 25 años que Luis Sarmiento decidió consagrar su vida al Señor. En sus propias palabras, este tiempo ha sido un «tiempo de descubrimiento y aprendizaje» en amistad y comunidad. Por ello, el rector del Seminario Santo Toribio reflexionó sobre la importancia de vivir el sacerdocio al servicio de los demás, colocándose en el lugar del Otro y abrir las manos para compartir.

«A lo largo de mi historia, voy viendo cómo Dios se ha manifestado en mi camino. El Evangelio dice: “Permanezcan en mi amor”, y permanecer en el amor del Señor es amar al modo que amó Cristo, de forma gratuita, capaz de abrirse totalmente y de plantear esa dimensión creadora».

En su alocución, Luis Sarmiento recordó su paso por todas las comunidades parroquiales que visitó. “Dios tiene los caminos y tiene el modo de que descubramos su presencia en cada persona, amigo y comunidad que pasa por nuestras vidas. Estos 25 años han sido una oportunidad para descubrir lo que Dios va haciendo en mi», manifestó.

Evidentemente emocionado, el Padre Sarmiento agradeció a todos los amigos en el clero y familiares que llegaron al Seminario Santo Toribio de Mogrovejo para celebrar este aniversario sacerdotal. «Hoy es un día de encuentro con el Señor y los amigos, porque Él nos hace hermanos, nos hace caminar hacia el perdón, hacia esta dimensión de familia y de comunidad a la que todos estamos llamados a vivir».

Un fuerte llamado a la conversión y a la reeducación de todos para «florecer como un pueblo bien dispuesto que produce frutos». Esta es la reflexión que nos deja nuestro arzobispo de Lima en la Eucaristía de hoy celebrada en el Santuario Las Nazarenas.

Al frente de la imagen del Señor de los Milagros, Monseñor Carlos Castillo pidió tener las mismas actitudes de gratuidad y paciencia de Jesús, que nos llama a cuidar su viña con relaciones fraternas y justas, reconociendo que todos somos pecadores y nos ayudamos unos a otros a convertirnos. El prelado advirtió que la Iglesia no puede ser usada como medio de aprovechamiento para dar «anti-testimonio» de Dios y permitir las injusticias.

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

Monseñor Castillo inició su homilía manifestando su consternación por la tragedia de Israel y Palestina, y recordó que el Señor siempre nos acompaña a pesar de todas las situaciones difíciles, en medio de las guerras, las culturas y las lenguas, ahí está Él invitándonos a vivir en hermandad. «En esta época trágica de la humanidad, anunciar a Jesucristo por las calles visiblemente es sumamente importante», agregó.

Este es precisamente el ejemplo que nos deja Jesús con la parábola de los viñadores infieles (Mateo 21,33-43), en donde un dueño arrienda su viña porque debe irse al extranjero, y cuando llega el momento de la vendimia “envía a sus siervos para recibir los frutos. Pero los viñadores los maltratan y los matan”; y cuando manda a su hijo, “ellos lo matan también”. ¿Y qué hace el dueño? No actúa con venganza, sino que les quita la administración y se las entrega a otros que sí produzcan frutos; es decir, actúa de forma pacífica.

El arzobispo de Lima explicó que el Señor nos propone asumir con responsabilidad y sentido de justicia la fe de una viña, sin ambiciones ni egoísmos. «Ser creyente es siempre cuidar la viña del Señor – recalcó el prelado – Y cuidar la viña es tener relaciones buenas, justas, trato positivo, ver por el desarrollo de todos, pensar en el bien de todos, no solamente en mi grupo o mis intereses».

Esta invocación del Señor también va a todos los que son dirigentes, desde los padres que son administradores de una familia y no «dueños» de sus hijos, hasta quienes toman decisiones importantes en el país, en una comunidad parroquial o en una congregación.

«Tenemos que hacer una reflexión sobre nuestro catolicismo porque, a veces, pensamos que ser católico es sinónimo de tener “la verdad”, y ser «el puro» y «el limpio». Y no reconocemos que, en realidad, todos somos pecadores y nos estamos ayudando unos a otros a convertirnos», aseveró el arzobispo.

En otro momento, Monseñor Castillo aseguró que la procesión del Señor de los Milagros es también una «procesión sinodal», porque caminamos todos juntos para ser acogidos por el Señor, sin excepciones ni distinciones. Y cuando lo acompañamos, compartimos nuestra fe en un Dios que nos ama, nos escucha y entrega su amor gratuito sin medida.

Por eso, «todos somos un don de Dios, y ese don de Dios lo reconocemos cuando nos ayudamos, nos acompañamos y aprendemos a ser un país también gratuito, en donde todos los servicios y las cosas se hagan como un intercambio generoso de unos con otros».

Un fuerte llamado a la conversión

El Primado del Perú habló sobre el peligro que supone usar la Iglesia para pedir préstamos y hacer especulaciones financieras. Esto sucede cuando nos aprovechamos de nuestra condición de católicos para «hacer maldades» y dar «anti-testimonio de Dios», usando la religión como un medio para patentar todas estas injusticias y mentiras. «¡Tienen que corregirse! Tenemos que convertirnos si quieren seguir en la Iglesia», reiteró.

«Tenemos que empezar a ser guardianes de una Iglesia que sepa llevar las cosas al servicio de todos. El Papa quiere la reforma de la Iglesia y que estas cosas no ocurran nunca. Y para eso tenemos que ayudarnos mutuamente porque la cosa es muy seria», exhortó.

Carlos Castillo insistió en la necesidad de poner en práctica la «hermandad sinodal», en donde haya espacio para la contribución de todos en la reeducación del país y, de este modo, se haga visible el signo de la presencia de Dios en nuestra humanidad, como ocurre con las hermandades del Señor de los Milagros presentes en todas partes del mundo.

Oremos para que haya paz en el mundo, para que las actitudes del Señor de los Milagros se instalen en el corazón de todos y podamos florecer como un pueblo bien dispuesto que produce frutos, que genera frutos.

Finalmente, en el día que conmemoramos el aniversario del Combate de Angamos, nuestro arzobispo recordó la inmolación de Miguel Grau: «Por dejarnos un legado noble, verdadero y honrado, hundió su barco y murió ahogado por la Patria. Inspirado en la grandeza de nuestro Señor que murió en la Cruz, Grau entregó su vida como todos nuestros héroes nobles. Quizás, ninguno ganó una guerra, pero nos dejaron el legado de que nuestro pueblo es un pueblo de amor y de verdad».

Con inmenso pesar y llenos de esperanza en el Señor, el Arzobispado de Lima comunica a toda la Iglesia de Lima el fallecimiento de nuestro hermano sacerdote Éver Venegas Zúñiga, hasta hoy párroco de la Parroquia San Pablo de la Cruz, ocurrido en la Clínica Stella Maris, hoy domingo 8 de octubre.

Trasmitimos a su mamá y demás familiares, nuestras más sentidas condolencias y agradecimiento por su ministerio sacerdotal en toda nuestra comunidad eclesial, así como a todo el clero de Lima del que formó parte.

Oramos al Padre Creador para que, por medio de su Hijo Jesús, el Señor de los Milagros, lo haga partícipe del amor eterno de su Reino, y nos permita el reencuentro en la Resurrección prometida.

Dios guarde eternamente a nuestro querido P. Éver.

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