Tag

cabecera

Browsing

Inspirado en la Liturgia de hoy, Monseñor Carlos Castillo hizo un fuerte llamado a la lucidez en la vida religiosa, evitando su entrampamiento en «modelos de negocios» y «sistemas de ganancias» que nos impiden continuar nuestra misión evangelizadora de servir a los más pobres y marginados.

Al comenzar su sexto año a cargo de la Arquidiócesis de Lima, Monseñor Castillo se mostró agradecido por «el camino que hemos ido avanzando en la reforma de nuestra Iglesia».

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

Al comentar el Evangelio de hoy (Jn 2, 13-25), que narra la escena de la expulsión de los mercaderes del Templo, el arzobispo de Lima explicó que los sacerdotes de Israel «habían constituido todo un sistema de negocios para celebrar la Pascua», convirtiendo las verdaderas leyes de amor y adoración a Dios en un «sistema para sacar plata».

Ante ello, la dura reacción de Jesús de expulsar a los mercaderes es una crítica hacia el «entrampamiento de la religión en el negocio», problema que todavía sucede en todas las religiones, incluyendo la nuestra. Monseñor Carlos sostuvo que la única manera de afrontar esta realidad es desde el reconocimiento de nuestros límites y pecados, dejando que sea Dios quien se manifieste y no nuestros intereses personales.

Jesús pone un signo crítico de lo que está pasando para mostrar que a Dios no se le puede comprar con holocaustos, sacrificios ni flagelaciones. Él es nuestro Padre que nos ama, nos perdona y no nos abandona. Por eso, el Tiempo de Cuaresma es para vivificarnos, llenarnos de la vida del Señor.

Para evitar el desbarate de la sociedad a causa de la corrupción y la ambición por el poder, tenemos que «estar en permanente actitud de lucidez», continuando nuestro servicio de misión y evangelización en todos los pueblos, especialmente, en los más pobres; y continuando el «proceso de vivificación consolidadora de lo bueno que hemos ido haciendo».

El Primado del Perú recordó que el Santo Padre nos ha convocado a «hacer de las periferias el centro», misión que siempre estuvo presente en el corazón de Toribio de Mogrovejo, que se preocupó por los marginados, los indios y los pobres.

Fue así que el arzobispo de Lima anunció que se iniciará un gran peregrinaje pastoral por todas las parroquias de nuestra Arquidiócesis, de manera tal que se organicen asambleas sinodales parroquiales para escuchar en qué cosas se ha mejorado y qué falta por mejorar.

Cuando tenemos una Iglesia que no hace gestos de interrogación ni se deja interpelar, corremos el riesgo de convertir la Iglesia en «una cueva de bandidos» y en un mercado que deteriora la vida y la humanidad.

A pocos días de celebrar el Día Internacional de la Mujer, el Prelado manifestó su preocupación por el maltrato y la injusticia que sufren miles de mujeres en nuestro país a consecuencia de este «mundo machista que se ha creado en nuestro país y no logra superarse». Para respetarnos unos a otros, necesitamos también una religión «que respete la dignidad de las personas y acompañe el proceso de desarrollo personal, velando por el crecimiento humano y espiritual».

Estamos llamados a promover la Iglesia en todas partes, a hacerla viva y, simultáneamente, a sancionar con claridad a quien comete delitos.

Al término de la Eucaristía, Monseñor Castillo recibió el abrazo de la Iglesia de Lima al cumplirse cinco años de su ordenación episcopal. Entre las manifestaciones de afecto se hicieron presentes las madres de ollas comunes, jóvenes, comunidades parroquiales y movimientos.

La Santa Misa del III domingo de Cuaresma fue concelebrada por Monseñor Jordi Bertomeu, Oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, designado por el Santo Padre para continuar el proceso de investigación canónica sobre las presuntas irregularidades financieras atribuidas al instituto de vida consagrada “Pro Ecclesia Sancta”.

En el II domingo de Cuaresma, Monseñor Guillermo Elías recordó que el Señor nos llama a vivir una experiencia profunda y espiritual. La Liturgia de hoy es una oportunidad para «abrirnos al misterio de Jesús» y escuchar al Hijo amado del Padre. «Jesús es redentor, Él es revelador del Padre y ha venido para enseñarnos con autoridad, no con autoritarismo», comentó en su homilía.

Comentando el Evangelio de Marcos (9, 2-10) sobre el episodio de la Transfiguración de Jesús, Monseñor Elías señaló que la experiencia «real y singular» vivida por Pedro, Santiago y Juan, les permitirá comprender con profundidad quién es el Maestro. La aparición de Moisés y Elías, en tanto, representan los símbolos de la ley y los profetas, «realidades que sostenían la fe del pueblo judío».

La Transfiguración es «un acontecimiento de una profunda revelación», porque nos revela el «misterio de la identidad de Jesús». Y esta experiencia no solo ha transformado la vida de los discípulos, también es una invitación para que, en este tiempo de Cuaresma, nos dejemos «transformar en el camino a la Pascua».

Hoy, todos estamos invitados a escuchar al Hijo amado a partir del encuentro con Él. Para ello, necesitamos abrirnos al misterio de Jesús y reconocerlo a través del rostro del hermano que sufre y necesita de nuestro acompañamiento.

Escuchemos al Hijo amado del Padre. Jesús es el redentor, Él es revelador del Padre y ha venido para enseñarnos con autoridad, no con autoritarismo

En estos días de Cuaresma, Monseñor Guillermo Elías recordó que estamos llamados a profundizar en nuestra espiritualidad cristiana y católica, preguntándonos si realmente estamos dispuestos a recordar quién es Jesús, no solamente en los momentos difíciles, sino constantemente y en nuestra vida diaria.

Seamos, en este tiempo de Cuaresma, esperanza para tanta gente: en tu casa, en la ciudad, alrededor tuyo, en tu trabajo. 

«Que esta Palabra, en este camino a la Pascua, nos ilumine y nos haga mejores. Que el Señor se haga vida en tu vida», manifestó el obispo auxiliar de Lima.

La Santa Misa de este II domingo de Cuaresma contó con la asistencia de una delegación del Colegio Rice Memorial, proveniente de Vermont. La Eucaristía fue concelebrada por el Padre Timothy Naples.

Al llegar el I domingo de Cuaresma, Monseñor Juan José Salaverry reflexionó sobre las tentaciones que se presentan en el “camino del desierto de nuestras vidas”. No solo las prácticas penitenciales y cultuales son importantes en la Cuaresma sino sobre todo un corazón vuelto a Dios y la actitud de servicio al prójimo nos ayudan a encontrarnos verdaderamente con el Señor de la Vida.

Para vencer a las tentaciones, «necesitamos la fuerza de la fe y la oración, siguiendo con fidelidad y coherencia lo que nos pide el Señor. Solo así podemos «caminar con firmeza hacia la alianza eterna donde el Resucitado nos espera».

Monseñor Salaverry inició su alocución recordando que la Cuaresma es un tiempo de conversión y gracia en el que somos invitados a regenerar nuestra vida.

En alusión a la Primera Lectura del libro del Génesis (9, 8-15), el obispo auxiliar de Lima mencionó que, así como Dios estableció una alianza con Noé, también lo quiere hacer con nosotros, a través de “una alianza de amor que renueve nuestras vidas, en base a Noé, sus hijos y los que se guardaron en la barca, el Señor rehace la humanidad”. Para renovar esa alianza en la cuaresma debemos vivir la cuaresma como tiempo de gracia y conversión.

En su comentario del Evangelio de hoy (Marcos 1, 12-15), que da cuenta de las tentaciones de Jesús en el desierto, Monseñor Juan José Salaverry afirmó que las tentaciones se van manifestando a lo largo del camino nuestras vidas.

«Estamos en este caminar continuo donde necesitamos ir purificándonos y sincerando nuestras intenciones para llegar a un punto de mayor comunión con el Señor. En eso consiste el camino de la cuaresma», sostuvo.

El provocador de estas tentaciones, Satán, representa «todo aquello que nos aleje de Dios». A lo largo de la vida, podemos «encontrar muchas personas o sentimientos que nos provocan alejarnos de Dios y del prójimo. La labor de Satán (sustantivo común) es descentrarnos de nuestro cauce para que nos apartemos del camino de Dios», explicó nuestro obispo auxiliar de Lima.

Es posible vencer a las tentaciones que se presentan en nuestra vida con la fuerza de la fe y la oración, siguiendo con fidelidad lo que nos pide el Señor.

Monseñor Juan José recordó que, cuando el Evangelista Marcos señala que Jesús convivió con fieras y animales salvajes en el desierto, «las fieras que nos ponen en peligro y nos acechan son  el afán de poder y las pasiones que conducen al ser humano a caer en tentación». Por eso, exhortó a no dejarnos llevar por la ambición del poder y el placer, ya que solo nos llevan al egoísmo, la indiferencia y la crueldad.

En ese sentido, Monseñor Salaverry manifestó su indignación por los lamentables acontecimientos ocurridos en el enfrentamiento de dos grupos de barristas que dejó cuatro heridos de gravedad, entre ellos, dos menores de 11 y 12 años. «Deploramos los actos que han ocurrido ayer, tenemos que controlar esas pasiones porque, de lo contrario, nos dejamos llevar por las ‘fieras’ de la tentación», advirtió.

Como último aspecto, el obispo auxiliar de Lima destacó que, a pesar de convivir con las fieras y las tentaciones, a Jesús «los ángeles les servían en el desierto”. Esto nos llena de esperanza, porque significa que Dios siempre está presente y acompaña a su pueblo en medio de sus dolores. «En el desierto de la vida también encontramos ángeles enviados por Dios, que nos sostienen y acompañan. Nuestros padres, catequistas, líderes religiosos, amigos… toda persona de buena voluntad dispuesta a servir es un ángel en el desierto», comentó.

Coro Juvenil Arquidiocesano de Lima.

Seamos firmes ante la tentación y dejémonos atender por los ángeles de Dios. Nosotros también podemos ser un ángel para los demás con nuestro testimonio de servicio.

Finalmente, dirigiéndose a los participantes que culminaron la Escuela de Catequesis de la Arquidiócesis de Lima y a los jóvenes participantes del Taller de Formación para Líderes y Asesores juveniles, Monseñor Salaverry agregó:

«Ustedes son enviados ahora como ángeles para servir al Pueblo de Dios en medio del desierto, para acompañarlo y guiarlo con los conocimientos que han aprendido, pero con la experiencia de Dios con las que han fortalecido su fe. Lleven adelante el proyecto de Dios sirviendo a todas las personas de la Iglesia y la sociedad que necesitan enderezar el camino y convertir sus corazones a Dios».

La Santa Misa de este I domingo de Cuaresma contó con la participación de los agentes pastorales graduados de la Escuela Arquidiocesana de Catequesis 2024, promovida por la Comisión de Catequesis y Evangelización.

También estuvieron presentes todos los líderes y asesores juveniles de nuestra Arquidiócesis que participaron, durante seis semanas, en un taller de formación impulsado por la Vicaría de la Juventud de Lima. El acompañamiento musical estuvo a cargo del Coro Juvenil Arquidiocesano.

En el marco de la 32ª Jornada Mundial del Enfermo, nuestra Catedral de Lima recibió a cientos de hermanos y hermanas que recibieron el sacramento de la Unción. En este domingo VI del Tiempo Ordinario, Monseñor Juan José Salaverry reflexionó sobre la curación del leproso como un acto de la misericordia de Jesús.

El obispo auxiliar de Lima empezó recordando que en el Antiguo Testamento existían realidades que mostraban la bendición de Dios sobre la humanidad (prosperidad, salud, larga vida, fecundidad) y, al mismo tiempo, otras realidades que eran tenidas como castigo divino (pobreza, infertilidad, enfermedades, pobreza), entre estas situaciones, la lepra era una enfermedad que marcaba el cuerpo y la dignidad de la humanidad enferma.

También se hizo presente nuestra Vicaría de la Juventud en el «Inicio de la peregrinación de la Cruz de los jóvenes de Lima», que recorrerá las vicarías territoriales de nuestra Arquidiócesis, preparando el camino hacia la Jornada Arquidiocesana de la Juventud 2024.

En su comentario del Evangelio de hoy (Mc 1, 40-45), que narra la sanación de un leproso, Monseñor Salaverry explicó que, «El leproso tenía que vivir despeinado, harapiento, apartado fuera del campamento, fuera de la ciudad. No podía encontrarse físicamente con sus familiares, y si caminaba por las calles de la ciudad, tenía que tocar una campana mientras gritaba: ¡leproso, leproso!» El leproso no solo quedaba marcado en la piel, sino dañado en el corazón y mermado en su propia dignidad humana.

Al finalizar la Eucaristía, cientos de hermanos y hermanas recibieron el sacramento de la Unción de los enfermos.

Frente a esta dura realidad, Jesús llega para enseñarnos cómo tratar a todos aquellos que están sufriendo una cruel enfermedad. Él se acerca, toca al leproso y lo cura con su amor. «¿Cuántas personas necesitan ser curadas con la cercanía de los demás? ¿Cuántas personas necesitan ser tocadas en el corazón y sanar sus heridas?», preguntó el obispo auxiliar.

Monseñor Salaverry afirmó que el Señor quiere curarnos e invitarnos a «transmitir la cercanía de Dios que regenera, cambia y devuelve la vida». Todos tenemos necesidad de curación, hay enfermedades que nos afectan físicamente y otras que nos afectan moralmente. No podemos ser indiferentes ante el dolor humano, tampoco despreciar y marginar al hermano que sufre porque es señalado por lepras físicas o morales.

La traducción litúrgica del Evangelio dice que Jesús sintió compasión por el leproso, no pocos exegetas dicen que la traducción más correcta es que Jesús mostró su indignación, no a causa del leproso, sino por el sistema religioso que marginado y tratado de forma injusta, indigna e inhumana al enfermo. ¿Hoy, no tendremos en nuestro camino enfermos de distintas lepras que tratamos de la misma manera? agregó Monseñor Salaverry.

Superar los prejuicios y actuar con misericordia

Nuestro obispo auxiliar de Lima hizo un llamado a superar los prejuicios que nos impiden actuar con misericordia ante la enfermedad, la pobreza o la vejez. «A veces, cruzamos la vereda para no ponernos en el mismo camino de las personas que mendigan en nuestras calles, con las prostitutas o alguien que tiene una opción diferente. Puede ser que nosotros nos sintamos muy puros y sanos, pero Jesús ha venido por los enfermos», indicó.

En otro momento, el Monseñor remarcó que, en ocasiones, el Evangelio muestra a Jesús mismo acercándose a los enfermos, otras veces hay “agentes pastorales” que le acercan a los enfermos, pero hoy, tenemos a un leproso que va por sus propios medios donde Jesús. el gesto que tuvo el leproso de acercarse por sí mismo a pedir la curación. Ante la enfermedad, no podemos solo esperar que venga Jesús con su gracia sanadora, que sin duda estará atento a sanarnos, tampoco esperar que alguien nos lleve a Jesús. La Escritura nos muestra que, aunque estemos traspasados por la enfermedad y el dolor debemos de mantener la fe y acercarnos a Jesús, como este leproso, muerto en vida, o como la hemorroísa, que se arrastra hasta llegar a Jesús porque sabe que Él es la única fuente de la verdadera salud, destacó.

Jesús nos enseña que todas las enfermedades, el pecado, la lepra, pueden ser sanadas desde el amor. La medicina que sana es la medicina del amor.

Y dirigiéndose a los agentes pastorales, voluntarios y sacerdotes que conforman la Pastoral de Salud de nuestra Arquidiócesis, Monseñor Salaverry agradeció el servicio desinteresado que brindan para que los enfermos encuentren alivio y consuelo.

Jóvenes, sean portadores de la Cruz y el amor de Dios

Monseñor Juan José Salaverry también tuvo algunas palabras para los jóvenes de la Vicaría de la Juventud que, a partir de este domingo, inician un gran peregrinaje con la «Cruz de los jóvenes» y recorrerán las siete vicarías territoriales de la Iglesia de Lima como preparación a la Jornada Arquidiocesana de la Juventud 2024.

«La Cruz muestra el mejor signo del amor de Dios por todos nosotros, su entrega generosa. Queridos jóvenes, sean ustedes portadores de la Cruz y del amor de Dios que rehumaniza y regenera, que nos ayuda a ser nuevos y nos sana», aseveró.

Verdaderamente, sólo desde el amor de los amigos, de la familia, del amor al prójimo, del amor de los ministros de la vida consagrada, del amor entre las comunidades laicales, podemos curar al hermano enfermo.

La Santa Misa de este domingo en Catedral de Lima contó con el acompañamiento musical del Coro Juvenil Arquidiocesano. Las animaciones previas a la Eucaristía estuvieron a cargo de las comisiones de danza y animación de la Vicaría de la Juventud.

La Eucaristía fue concelebrada por Monseñor Guillermo Elías, obispo auxiliar de Lima; y el pre-vicario de la Vicaría de la Juventud, Padre Rodolfo Silva.

También se hicieron presente el Padre Miguel Angel Vasallo, el Padre Ricardo Medrano, el Padre Luis Valderrama, el Padre Florencio Joaquín y el Padre Anfroy Pacherres; todos ellos sacerdotes que participan de la Pastoral de Salud de la Arquidiócesis de Lima.

Este 14 de febrero inicia el Tiempo de Cuaresma, y desde la Basílica Catedral de Lima nos uniremos comunitariamente para participar de la Eucaristía del Miércoles de Ceniza que presidirá Monseñor Juan José Salaverry, obispo auxiliar de Lima. Sigue nuestra transmisión vía Facebook desde las 4:00 pm.

«Con Cristo y los que sufren, unidos sinodalmente en comunión», es el lema que acompañará a la Iglesia de Lima en todo el camino de la cuaresma. Por ello, los invitamos a participar de la Misa del Miércoles de Ceniza desde las 4:00 pm. en Catedral de Lima.

La Eucaristía tendrá lugar este 14 de febrero, día en que también celebramos el amor y la amistad. Aquellas personas que no puedan acudir presencialmente, podrán seguir nuestra transmisión a través de la página de Facebook del Arzobispado de Lima.

En la Eucaristía de este V domingo del Tiempo Ordinario, celebrada en Catedral de Lima, Monseñor Juan José Salaverry, a partir del pasaje de la curación de la suegra de Pedro, recordó que todos tenemos la misión de acercarnos a los demás, sostener al hermano que sufre y, como lo hizo Jesús, devolver al hombre la dignidad y la vida:

«A veces, estamos cruzados de brazos y envueltos en la fiebre de la indiferencia, esperando ser servidos y atendidos, como esta mujer enferma. Pero, el Señor está ahí delante de la suegra de Pedro y delante de la humanidad enferma, ofreciéndonos su amor porque quiere contar con nosotros, con las autoridades de la Iglesia y las autoridades del país, con las instituciones de la sociedad, no para que seamos servidos, sino para que, con una humanidad sanada por la gracia, nos convirtamos en servidores.  Así acerquemos al verdadero proyecto del Evangelio, servir al prójimo y no servirnos de los demás», comentó en la homilía.

El Evangelio de hoy (Mc 1, 29-39) nos presenta a Jesús concluyendo la jornada de Cafarnaúm, con la curación de la suegra de Pedro, que delira porque hierve en fiebre; también la primera lectura nos muestra a Job deprimido, que se hunde en el hoyo del sufrimiento y no ve sino signos de muerte. En ambos personajes, por la fiebre o la depresión se les encuentra «desconectados de la realidad».

«La humanidad de hoy, también, en ocasiones, hierve en fiebre, como la suegra de Simón o se encuentra deprimida como Job. La humanidad de hoy sufre algunas enfermedades que la desconectan con la realidad: la fiebre del poder y la corrupción, la fiebre de la avaricia y la ira, el odio, la venganza y la codicia. Hay diversas situaciones que nos hunden en el sufrimiento y nos deprimimos porque no encontramos esperanza sino solo dolores que nos impiden ver cuál es nuestra realidad y qué lo que necesitamos es la presencia de Jesús que se acerca, toca nuestra realidad y nos levanta devolviéndonos la vida», reflexionó el Monseñor.

Hoy, que junto con la religiosidad de nuestro pueblo celebramos a la Candelaria, recordamos que la luz de Cristo se manifiesta como «una luz de esperanza en medio de la dificultad» y nos ayuda a salir de nuestras tristezas y frustraciones, porque que el Señor «nos ha creado para una vida digna, para estar de pie ante los demás y para servir al prójimo».

Los tres gestos de Jesús: se acerca, nos toma de la mano y nos levanta

Monseñor Juan José también resaltó tres acciones de Jesús en la curación de la suegra de Pedro: se acerca, la toma de la mano y la levanta. Estos gestos evidencian «la acción de Dios a lo largo de nuestra vida», porque Él quiere acercarse a cada uno de nosotros, sobre todo, «a los pueblos que sufren la injusticia».

Jesús se acerca para que sintamos el calor de Dios que nos calienta el corazón y nos reanima. Él nos da su mano para sostenernos y levantarnos, para devolvernos la vida y resucitarnos con su amor.

El obispo auxiliar de Lima hizo un llamado a que todos nos comprometamos en la misión de acercar la luz de Jesús a todos aquellos que lo necesitan: «No podemos quedarnos cruzados de manos, no podemos pecar de omisión frente a la necesidad de impartir justicia. Necesitamos acercar la luz de Jesús a los demás con nuestra propia vida y con nuestra fe», precisó.

La Virgen de la Candelaria enciende en devoción a nuestro pueblo

Al frente de la imagen de la Virgen de la Candelaria, Monseñor Salaverry se dirigió a los representantes de la Asociación Central Folklórica de Puno que llegaron a nuestra Catedral de Lima: «Nos unimos a la fe de nuestro pueblo que acompaña a la Virgen de la Candelaria. Ella enciende en devoción a nuestro pueblo sencillo, de manera especial, a los pueblos del Altiplano, en Puno», expresó.

El Señor es esa luz que nos calienta y vitaliza, es la luz de la esperanza, portada en manos de María, la Virgen de la Candelaria.

La Eucaristía de este V domingo del Tiempo Ordinario también contó con la presencia de la Hermandad del Señor de los Milagros de Salamanca, y la Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Basílica Catedral de Lima y el Convento de Santo Domingo.

A la luz del Evangelio, Monseñor Rodríguez reflexionó sobre la importancia de ir al encuentro del Señor, escuchar con alegría su Palabra que nos libera y nos permite reconocerlo como Hijo de Dios. «Cuando Cristo habla, miramos el Evangelio, Cristo consuela, anima, levanta y sana», expresó.

En su comentario del Evangelio (Marcos 1,21-28) , el obispo auxiliar de Lima explicó que Jesús impartía enseñanzas con autoridad y coherencia porque «vivía lo que enseñaba y hacía lo que decía, anunciaba y denunciaba la Palabra en todo momento.

“La enseñanza de Jesús es a través de palabras que llegan al corazón de las personas de tal forma que nadie puede permanecer indiferente frente al mensaje de Cristo”, sostuvo Monseñor Rodríguez.

La Liturgia de hoy nos habla del espíritu inmundo de un hombre poseído que se presenta ante Jesús. Y es la Palabra del Señor la que libera a este hombre atormentado y perturbado. De igual manera, afirmó nuestro obispo auxiliar, «la Palabra de Cristo nos libera y nos permite reconocer a Jesús como Hijo de Dios. Cuando Cristo habla, miramos el Evangelio, Cristo consuela, anima, Cristo levanta, Cristo sana».

Cristo se nos ofrece y tenemos que salir a ese encuentro, tenemos que aceptar, acoger esta libertad que Él nos ofrece, una vida diferente.

Monseñor Ricardo reiteró que todos estamos llamados a ir al encuentro de Jesús, que es «la lámpara que ilumina nuestros pasos, especialmente, en los momentos de tinieblas. Él quiere habitar en nuestras vidas para guiarnos y levantarnos de todo mal o situación que nos aqueja para dignificarnos y hacernos vivir en verdadera libertad».

En otro momento, el obispo recordó que Dios nos invita a escucharlo a través de espacios de silencio y reflexión que nos ayuden a profundizar las cosas: «En un mundo bullicioso hay que manejar los silencios para escuchar a Dios, porque hay personas que no quieren el silencio, porque lo que escuchan no les agrada, se incomodan y no quieren que tú encuentres el silencio del discipulado, porque si tú escuchas a Dios, tu vida cambia”.

«Dejémonos llevar por la Palabra del Señor, seamos anunciadores de la alegría del Evangelio y testigos que anticipan el Reino de Dios en este mundo», es el mensaje que nos deja Monseñor Carlos Castillo en su reflexión del III domingo del Tiempo Ordinario, Domingo de la Palabra.

A seis años de la visita del Papa Francisco, el Primado del Perú recordó que todos tenemos la misión de asumir y ser testigos de la Palabra, y para eso necesitamos conocer a Jesús, leerlo a diario «aunque sea un pedacito», y nutrirnos de los Evangelios.

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

El Evangelio de hoy (Marcos 1,14-20) nos recuerda el mensaje de Jesús: «El Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el Evangelio». A través de estas palabras, explicó el Monseñor Castillo, el Señor nos invita a ser misericordiosos como Él para anticipar su Reino en esta tierra:

«El Reino está aquí presente potencialmente y hay que suscitarlo. Y si está cerca hay que saber anunciarlo, compartir la alegría de que está presente y empezar a crear formas de expresar ese Reino en solidaridad, amistad, cariño, en buen trato, sin despreciar a nadie, sin machismo, e ir cultural, social y políticamente cambiando», sostuvo.

En el día que celebramos el Domingo de la Palabra, el arzobispo de Lima señaló que Jesús es la Palabra hecha carne que se nos comunica y nos permite entender que el Señor se coloca en nuestra situación: «Todos fuimos creados por su Palabra, y todos también, en cierto modo, somos Palabra. Por eso, la comunicación es fundamental en nuestras vidas y, sobre todo, la comunicación profunda, la comunicación alegre, la comunicación honda capaz de introducir en nuestras vidas el sentido de las cosas y de realizar todo lo que hacemos con palabras que tengan sentido», recalcó.

Cuando solamente usamos las palabras para el cálculo y las ambiciones, empezamos a superficializar las relaciones y terminamos diciendo «palabras que nos salen del hígado» y que de ninguna manera anticipan el Reino de Dios. «El ser humano tiene que hacer el esfuerzo de escuchar al espíritu que hay en él para aprender a anunciar la Palabra con el testimonio mismo de vida», subrayó el Prelado.

A seis años de la visita del Papa Francisco

Nuestro arzobispo Carlos ha querido recordar el paso y las palabras de Francisco en su visita a nuestro país, hace seis años. «Convendría que, en este recuerdo, escuchemos lo que él nos dijo y recojamos algunas de sus enseñanzas», afirmó.

Dijo el Papa:

Jesús entra en la ciudad, entra en Galilea y comienza desde ese pequeño pueblo a sembrar lo que sería el inicio de la mayor esperanza: El Reino de Dios está cerca, Dios está entre nosotros. Y el Evangelio mismo nos muestra la alegría y el efecto en cadena que esto produce: comenzó con Simón y Andrés, después Santiago y Juan (cf. Mc 1,14-20) y, desde esos días, pasando por santa Rosa de Lima, santo Toribio, san Martín de Porres, san Juan Macías, san Francisco Solano, ha llegado hasta nosotros anunciado por esa nube de testigos que han creído en Él. Ha llegado hasta Lima, hasta nosotros, para comprometerse nuevamente como un renovado antídoto contra la globalización de la indiferencia. Porque ante este Amor, no se puede permanecer indiferentes. (Base Aérea de Las Palmas – Lima, 21 de enero de 2018)

Inspirado en el mensaje de Francisco, Monseñor Castillo aseguró que tenemos la misión no solo de hablar del Evangelio, sino «asumir la Palabra» y «ser testigos», como lo fueron nuestros santos y mártires de la historia peruana.

«Tenemos que introducir en nosotros la capacidad solidaria e inundar la ciudad de alegría, con la misma alegría de los jóvenes bailarines y danzantes que llenan todos los domingos las plazas de la ciudad. Todo ello es expresión de la alegría del Evangelio, que se hace presente en la ciudad porque Dios la ha recorrido a través de su gente», reflexionó el obispo de Lima.

La Misa de este domingo en Catedral de Lima contó con la presencia de un grupo representativo de hermanos de la República Dominicana. En el Día de Nuestra Señora de la Altagracia, la comunidad donó un cuadro con la imagen de la advocación mariana.

La Ciudad de Lima celebró el 489° Aniversario de su fundación con una Solemne Misa y Te Deum oficiada por Monseñor Carlos Castillo. En su homilía, el Prelado hizo un llamado a dejarnos interpelar por el Evangelio para reeducarnos y hacer de Lima un «centro de encuentro y amistad» que supere los problemas y proponga nuevas formas de reorganizar la vida de nuestra ciudad al servicio de todos.

La Eucaristía celebrada en la Basílica Catedral de Lima contó con la presencia del Alcalde Metropolitano de Lima, Rafael López Aliaga; además de otras autoridades civiles, políticas y militares.

Inspirado en las lecturas de hoy, el arzobispo de Lima habló sobre la importancia de estar atentos a las necesidades y lógicas de los demás, con apertura de escucha para avanzar y prosperar como sociedad, especialmente, cuando se asume una responsabilidad dirigencial en el país.

«Una ciudad es un centro de encuentro y de amistad. Por eso, esta semana hemos recibido la visita de 31 comunidades quechuahablantes a saludar a la ciudad. Y este gesto significativo nos recuerda que es posible desarrollar nuestras capacidades de solidaridad y superar los problemas juntos», resaltó el Monseñor.

En este proceso de hermanamiento de nuestros pueblos, la Iglesia también tiene una misión vital: anunciar el Evangelio sin separarse de la realidad, así lo ha manifestado el obispo de Lima: «Hay un punto de intersección entre lo religioso y lo social – económico – político, que es lo humano. Y nuestro medio de transmisión es anunciar el Evangelio y rescatar todo lo bueno que tenemos para aportar al mundo desde nuestra humanidad», expresó.

En otro momento, el Primado del Perú recordó que el futuro de nuestra ciudad y país recae en las nuevas generaciones que quieren ser escuchadas y se expresan a través de los bailes en las plazas: «Con su cercanía y alegría, los jóvenes nos enseñan que es posible organizarnos y tener una ciudad amistosa y verdaderamente humana, cristiana y peruana».

El Perú es ya un proceso unitario, es una promesa que se está cumpliendo y que debemos terminar de cumplirla a través del entendimiento, la amistad, la cercanía, la crítica mutua y el hermanamiento.

En la Eucaristía de este II domingo del Tiempo Ordinario y acompañado de la Comunidad Católica de Hermandades Quechuahablantes, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a encontrar al Señor en el camino del servicio a los demás, hermanando nuestros pueblos y reconociendo la dignidad y el valor que todos tenemos.

«Que esta visita de ustedes para saludar a la ciudad de Lima sea un signo de que las provincias del Perú se sienten en el corazón del Perú», manifestó en su homilía.

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

Esta mañana recibimos la visita de las comunidades quechuahablantes de San Sebastián. Fueron más de 30 imágenes sagradas que llegaron hasta la Basílica Catedral de Lima como anticipo a las celebraciones por el 489° aniversario de nuestra capital. Este gesto de amistad y cercanía fue saludado por el Monseñor Castillo, quien afirmó que la presencia de las hermandades «nos llena siempre de calor humano» y nos recuerda la importancia de irradiar, en todo el país, «una convivencia buena y positiva».

«Todos formamos esta Nación, nadie está de sobra en el Perú. Y todas las imágenes que han llegado a esta Catedral son un signo de que estamos unidos al Señor y Él se une a nosotros», expresó.

El obispo de Lima sostuvo que, como cristianos, debemos asumir las mismas actitudes de acogida y cercanía de Jesús. Y este es un llamado especial a todos los que están a cargo de la organización del país y no tienen en cuenta a las zonas marginales: «Muchas veces hemos hecho cosas terribles, como ha sido la desaparición en las masacres de nuestros hermanos, hace un año. Por eso venimos a rezar también por ellos, porque no los podemos olvidar. Las cosas, cuando son injustas, tienen que saldarse», precisó.

El Señor mora en el camino del servicio y la hermandad

En alusión al Evangelio de hoy (Juan 1, 35-42), que narra el encuentro de Jesús con los primeros discípulos, Monseñor Carlos explicó que, en nuestra búsqueda por el Señor, todos nos hacemos una idea de Él. Esto fue lo que ocurrió con los discípulos, que deciden ir a ver y seguir al Cordero de Dios.

Ante la pregunta: “¿Qué buscan?”, los discípulos muestran un interés particular por saber dónde vive el Señor. «Vengan y verán», les responde. Jesús los está invitando a experimentar su vida, pero no desde un lugar específico, porque Jesús vive en camino, está moviéndose de aquí para allá, «es un migrante como todos nosotros».

El Señor nos está pidiendo que experimentemos un sentido de hermandad en el camino de nuestras acciones y decisiones, en el camino del servicio a los demás. «Ahí mora el Señor: en la hermandad, en el hermanamiento, en el camino juntos y en el recuerdo de todas las víctimas que murieron por nosotros. Así como ellos tenían al Cordero de Dios, nosotros tenemos una recatafila de mártires, empezando por Túpac Amaru y María Parado de Bellido, que nos han dado su vida para construir un país en donde ya no se derrame más sangre y no haya más injusticias», reflexionó el arzobispo.

Dios está presente en el camino de nuestros actos, en todo acto de amor y sensibilidad. Es un camino que implica ayudar a sanar a la gente, curar sus heridas y reeducarnos juntos.

En ese camino de hermandad y fraternidad que anhelamos para nuestro país, también es fundamental reconocer la dignidad y el valor que todos tenemos. Por eso, el arzobispo de Lima ha mostrado su preocupación ante una reciente modificación en la Ley Forestal y de Fauna Silvestre que vulnera los derechos de los pueblos indígenas y permite «que se pueda lotizar la Amazonía y la selva».

«El Estado no puede hacer cosas contrarias a la Nación peruana y a la mayoría de los peruanos. Estamos para hermanar, y hermanar significa reconocer la dignidad y los derechos de todos los pueblos y de sus territorios. Y ninguna ambición puede ser más fuerte que el sentido de la unidad y del bienestar de los peruanos», advirtió el Primado del Perú.

Recuerda, Padre, a todos nuestros hermanos de las distintas provincias que el año pasado perdieron la vida de diversas formas en medio de las masacres, para que su sangre nunca sea olvidada ni olvidemos que tenemos una deuda de reconciliarnos mutuamente y reparar los daños habidos.

Central telefónica
(511)2037700